Últimamente hemos podido asistir a una explosión creativa en el mundo de la cerveza artesana, centrada en su mayor parte en el uso de lúpulos muy aromáticos, de marcado carácter afrutado, hasta el punto que en las estanterías de muchas tiendas se agolpan IPAs y APAs en las que predominan tres o cuatro variedades de esos preciados conos verdes... No voy a decirlos en voz alta, pero muchos tendréis en mente los nombres de estos Cuatro Jinetes del Lupulocalípsis...
Esta moda, como yo la llamo, ha llegado hasta el punto de que estas variedades de lúpulo se hayan convertido en productos codiciados y ansiados, de forma que la demanda parece haber superado en mucho a la oferta, con los problemas que eso conlleva: falta de stocks por un lado, y un importante encarecimiento de los que hay disponibles. Y esto no solo afecta al sector de la elaboración comercial, encareciendo sus costes, sino que también toca de refilón al elaborador casero, que ve como la misma variedad de lúpulo se encarece y se vuelve más difícil de encontrar en el mercado.
¿Y quién tiene la culpa? Nadie en realidad... Ni siquiera el propio productor del lúpulo.
Nadie tiene en realidad la culpa, ya que es muy comprensible que, si un estilo de cerveza elaborada con unas variedades de lúpulo concretas funciona y se vende bien, otros fabricantes quieran aprovechar el tirón y elaborar cervezas que también se vendan bien. Porque en realidad todos sabemos que de lo que se trata es de vender... ¿No?
Pues bueno, eso deja en manos del productor del lúpulo el testigo en relación a los problemas que hay con los lúpulos de moda. La producción no da para atender toda la demanda. Y se incrementan los precios. Y escasea el lúpulo.
Pero, ¿no podrían los productores prever este incremento en la demanda?
Pues sí, y no.
El lúpulo es una planta que se propaga de forma asexual por esquejes o rizomas. Se puede plantar más lúpulo de una variedad concreta de un año para el siguiente en función de las ventas y hacer una previsión de cara al año siguiente... Solo que no es tan sencillo.
Los rizomas se plantan en primavera, evidentemente, y se cosechan a principios de otoño... Es decir, que a lo largo del año se está vendiendo el lúpulo producido el año anterior. Y las ventas de este año no pueden afectar a la producción del año próximo, porque ya está plantada.
¿Se empieza a ver el problema?
Porque en función a las ventas del año pasado, podemos planificar qué plantar de cara a dos cosechas vista... Pero peor todavía: el lúpulo solo alcanza su máxima capacidad de productividad al segundo año de ser plantado... Es decir, que el productor ha de calcular la producción que tendrá que hacer de aquí a tres cosechas en función a las ventas de la producción de hace dos años...
¿Todavía no nos hemos perdido?
Bueno, pues a eso añadámosle el que algunas variedades de lúpulo están patentadas. Es decir, que solo puede producirlas la empresa que ha creado el híbrido en cuestión (y aquellos autorizados por la misma empresa). Y la capacidad productiva de estas empresas está limitada por el espacio cultivable del que disponen. Y no producen una sola variedad de lúpulo.
En fin, que si sois cerveceros caseros ahora ya podéis empezar a entender por qué de vez en cuando hay determinadas variedades de lúpulo que cuestan más obtener y son más caras de lo que eran la última vez que las comprasteis. Y si solo sois consumidores de cerveza artesana, tal vez os sirva para comprender por qué determinada variedad de cerveza de determinada marca está agotada y va a tardar más de la habitual en volver a estar disponible (a menos que el fabricante decida cambiar la receta y mantener el nombre de la cerveza... algo que el tiempo nos dirá si al final era tan buena idea como parecía al principio).
Salus et Birras...
By Mikel...
Esta moda, como yo la llamo, ha llegado hasta el punto de que estas variedades de lúpulo se hayan convertido en productos codiciados y ansiados, de forma que la demanda parece haber superado en mucho a la oferta, con los problemas que eso conlleva: falta de stocks por un lado, y un importante encarecimiento de los que hay disponibles. Y esto no solo afecta al sector de la elaboración comercial, encareciendo sus costes, sino que también toca de refilón al elaborador casero, que ve como la misma variedad de lúpulo se encarece y se vuelve más difícil de encontrar en el mercado.
¿Y quién tiene la culpa? Nadie en realidad... Ni siquiera el propio productor del lúpulo.
Nadie tiene en realidad la culpa, ya que es muy comprensible que, si un estilo de cerveza elaborada con unas variedades de lúpulo concretas funciona y se vende bien, otros fabricantes quieran aprovechar el tirón y elaborar cervezas que también se vendan bien. Porque en realidad todos sabemos que de lo que se trata es de vender... ¿No?
Pues bueno, eso deja en manos del productor del lúpulo el testigo en relación a los problemas que hay con los lúpulos de moda. La producción no da para atender toda la demanda. Y se incrementan los precios. Y escasea el lúpulo.
Pero, ¿no podrían los productores prever este incremento en la demanda?
Pues sí, y no.
El lúpulo es una planta que se propaga de forma asexual por esquejes o rizomas. Se puede plantar más lúpulo de una variedad concreta de un año para el siguiente en función de las ventas y hacer una previsión de cara al año siguiente... Solo que no es tan sencillo.
Los rizomas se plantan en primavera, evidentemente, y se cosechan a principios de otoño... Es decir, que a lo largo del año se está vendiendo el lúpulo producido el año anterior. Y las ventas de este año no pueden afectar a la producción del año próximo, porque ya está plantada.
¿Se empieza a ver el problema?
Porque en función a las ventas del año pasado, podemos planificar qué plantar de cara a dos cosechas vista... Pero peor todavía: el lúpulo solo alcanza su máxima capacidad de productividad al segundo año de ser plantado... Es decir, que el productor ha de calcular la producción que tendrá que hacer de aquí a tres cosechas en función a las ventas de la producción de hace dos años...
¿Todavía no nos hemos perdido?
Bueno, pues a eso añadámosle el que algunas variedades de lúpulo están patentadas. Es decir, que solo puede producirlas la empresa que ha creado el híbrido en cuestión (y aquellos autorizados por la misma empresa). Y la capacidad productiva de estas empresas está limitada por el espacio cultivable del que disponen. Y no producen una sola variedad de lúpulo.
En fin, que si sois cerveceros caseros ahora ya podéis empezar a entender por qué de vez en cuando hay determinadas variedades de lúpulo que cuestan más obtener y son más caras de lo que eran la última vez que las comprasteis. Y si solo sois consumidores de cerveza artesana, tal vez os sirva para comprender por qué determinada variedad de cerveza de determinada marca está agotada y va a tardar más de la habitual en volver a estar disponible (a menos que el fabricante decida cambiar la receta y mantener el nombre de la cerveza... algo que el tiempo nos dirá si al final era tan buena idea como parecía al principio).
Salus et Birras...
By Mikel...
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