Ya expliqué en una ocasión cual era mi postura frente a las Ferias cerveceras. En esta ocasión La Ronda versa sobre este tema en concreto, así que volveremos a darle otra vueltecita a la rueda, y nos explayaremos una mieja más en el tema, intentando repetirnos lo menos posible, dejar los conceptos lo más claros posible y procurando no sonar demasiado pedantes, gracias...
La Cerveza Artesana está de moda, y cualquier organizador de eventos quiere mamar de su teta. Y esto es un hecho, refrendado por la cantidad ingente de ferias comerciales o populares en las que se incluye, muchas veces con calzador, un apartado dedicado al dorado y lupulizado nectar.
Sin embargo, el modelo de la Feria Especializada incrustado en una feria generalista se ha demostrado en varias ocasiones erróneo.
Como tienda, hemos participado en una Feria de la Cerveza Artesana celebrada dentro del marco de una feria generalista. Y no fue mal. ¡Oh, sí, hubo cositas que a día de hoy yo personalmente haría de otra forma, incluso a nivel organizativo. Pero no fue mal. Se cumplieron dos objetivos muy importantes: dar a conocer el producto, la marca y la tienda, y no palmar pasta en el intento.
Esa era MI intención como tienda... Y creo que esa debería ser la intención de todos los participantes en una feria...
A día de hoy parecería absurdo pensar que algún elaborador vea en una feria una ocasión de hacer negocio directo. Y sin embargo sigue habiendo cerveceros que piensan que en las ferias han de vender mucho, y que si no, no merece la pena ir...
Porque una feria, independientemente del modelo organizativo, debería ser tan solo una herramienta de marketing.
Lo importante, y creo que cada vez más elaboradores lo entiende, es que el público pueda acceder a sus cervezas y recibir un feedback directo para saber como funcionan las recetas a pie de calle. Así pues, la feria ha de funcionar como barómetro para compulsar las necesidades de elaboración que va a tener en los próximos meses (las cervezas que obtienen mejores críticas en las ferias suelen vender mucho más en fechas posteriores), como campo de experimentación de nuevas recetas o como indicador de como pueden funcionar los productos en el mercado a posteriori.
De ese modo, dependiendo del marco en que se desarrolle la feria, el cervecero puede contrastar la aceptación que obtienen sus productos entre un público especializado o sobre un público generalista, y adaptar las recetas en función del nicho de mercado al que quiera llegar en un futuro.
Para eso, es necesario que los organizadores entiendan precisamente eso: que el esfuerzo económico que deba realizar el elaborador sea lo bastante bajo como para que no necesite, por cojones, hacer una venta importante para rentabilizar el evento. Pero claro, los propios organizadores necesitan cuidar de su negocio también, y obtener un beneficio, que para eso sonlos que se lo curran para organizarlo todo, hacer la promociónb, pedir lospermisos y que todo esté listo y preparado cuando lleguen a montar los cerveceros. Y en ocasiones buscan justificar ese beneficio ofreciendo servicios adicionales que encarecen todavía más lo que han de pagar los participantes en la feria...
Porque, ¿necesitamos un vaso conmemorativo para cada feria que se organiza? Ya que, por baratos que estos salgan, siempre van a suponer un sobre coste importante... Al igual que cualquier dossier, librito o gadget que se incluya...
Este tipo de parafernalia, que encarece la participación en el evento, tiene su sentido en marco de una feria temática o especializada, ya que se entiende que el asistente medio va a ser un conocedor y consumidor habitual de cerveza artesana. Pero en una feria orientada a otro público distinto, en la que colamos como quien no quiere la cosa una zona dedicada a la cerveza artesana, la verdad es que en muchos casos puede suponer la diferencia entre el mosqueo o el cabreo absoluto entre los productores, sobre todo si la parte comercial no funciona como esperaban...
Y es que esperan obtener beneficios. No solo cubrir gastos, sino obtener beneficios.
Y creo, a nivel estrictamente personal, que esa actitud debería reorientarse hacia otros derroteros.
A día de hoy, lo más parecido a una feria profesional que conozco es el Barcelona Beer Festival. Un evento en que los cerveceros no participan directamente, en el que hay charlas temáticas, talleres, y en la que el público tiene la oportunidad de charlar con algunos de los elaboradores en una zona habilitada a tal efecto. Contrasta con otras ferias más multitudinarias como Birrasana o Mediona, a las que habitualmente solo asisten elaboradores nacionales (con contadas excepciones), porque los participantes son tanto elaboradores como distribuidores, que proporcionan cervezas provenientes de fuera de nuestras fronteras.
Y creo que ese modelo de feria es el que debería proliferar; una feria en la que el cervecero participa de forma marginal y que asume como una oportunidad de dar a conocer su producto a un máximo de personas, sin obtener beneficio directo.
Una feria de este tipo sirve como punto encuentro entre profesionales de distintos sectores, como la elaboración, distribución, venta al detalle, restauración...
Sí, vale. Casi todos los profesionales vamos a todas las ferias que podemos y miramos de contactar con los elaboradores, les preguntamos por sus distribuidores, etc. Pero el marco es bien distinto; somos una cara más, que a veces podemos dejar una tarjeta (que en el follón de la feria podría muy bien perderse o traspapelarse), y con quien después se debe contactar a posteriori para hablar con tranquilidad.
Si me preguntáis a mi, el sector de la feria cervecera debería evolucionar hacia este modelo precisamente, tal vez complicándolo un poco más, con más actividades dedicadas a la promoción indirecta (charlas, talleres), con mucha más actividad dirigida hacia los profesionales del sector, e intentando acceder a aquellos segmentos que pueden hacer más por la difusión de la cerveza artesana, mirando un poco menos por la promoción directa de los productos y sobre todo olvidando la idea de que las ferias son para ganar dinero.
Evidentemente no estoy abogando por destruir el actual modelo de feria, ya que muchas de ellas se encuentran ampliamente establecidas y son cita de peregrinaje actual de miles de aficionados a la cerveza artesana.
Pero el problema es que cada vez se están celebrando más eventos que copian este modelo, a mi parecer algo caduco ya, de mercadillo de la cerveza artesana. Sobre todo cuando se incluyen dentro de ferias de mayor calado, no orientadas a un público especializado. Y los más perjudicados, paradojicamente, por la proliferación desmedida de este modelo de feria, son los mismos cerveceros, que en ocasiones se ven obligados a discriminar entre varias que se celebran el mismo día en distintas poblaciones, sin tener indicadores de cual va a ser la elección correcta, ya que se trata de primeras ediciones... Y posiblemente de últimas, si la compensación económica que acaban obteniendo por su tiempo y esfuerzo no llega a cubrir un mínimo de los gastos y a ofrecer un margen de beneficio relevante.
Mi modelo de Feria de la Cerveza Artesana Ideal (entiendo que haya quien pueda discrepar conmigo) sería un evento celebrado en un pabellón cerrado, con tres zonas claramente diferenciadas: una zona abierta de cata, donde poder tomar contacto con las últimas novedades de los fabricantes, una para el público aficionado destinada a talleres, charlas y encuentros con los productores, y otra para asistentes profesionales, donde productores, distribuidores y demás gente afín a la cadena (tenderos, restauradores, blogueros, periodistas) pudiese, al mismo tiempo, disfrutar de charlas y talleres más específicos, dedicados a optimizar la explotación de este negocio que es la cerveza artesana...
Pero que nadie nos toque nuestras ferias favoritas, como Mediona, Birrasana y similares, con 1mplia solera y recorrido y con muchísima afluencia de público especializado, gracias...
Si es que puestos a pedir...
Salus et Birras...
By Mikel...
La Cerveza Artesana está de moda, y cualquier organizador de eventos quiere mamar de su teta. Y esto es un hecho, refrendado por la cantidad ingente de ferias comerciales o populares en las que se incluye, muchas veces con calzador, un apartado dedicado al dorado y lupulizado nectar.
Sin embargo, el modelo de la Feria Especializada incrustado en una feria generalista se ha demostrado en varias ocasiones erróneo.
Como tienda, hemos participado en una Feria de la Cerveza Artesana celebrada dentro del marco de una feria generalista. Y no fue mal. ¡Oh, sí, hubo cositas que a día de hoy yo personalmente haría de otra forma, incluso a nivel organizativo. Pero no fue mal. Se cumplieron dos objetivos muy importantes: dar a conocer el producto, la marca y la tienda, y no palmar pasta en el intento.
Esa era MI intención como tienda... Y creo que esa debería ser la intención de todos los participantes en una feria...
Promoción versus Negocio
A día de hoy parecería absurdo pensar que algún elaborador vea en una feria una ocasión de hacer negocio directo. Y sin embargo sigue habiendo cerveceros que piensan que en las ferias han de vender mucho, y que si no, no merece la pena ir...
Porque una feria, independientemente del modelo organizativo, debería ser tan solo una herramienta de marketing.
Lo importante, y creo que cada vez más elaboradores lo entiende, es que el público pueda acceder a sus cervezas y recibir un feedback directo para saber como funcionan las recetas a pie de calle. Así pues, la feria ha de funcionar como barómetro para compulsar las necesidades de elaboración que va a tener en los próximos meses (las cervezas que obtienen mejores críticas en las ferias suelen vender mucho más en fechas posteriores), como campo de experimentación de nuevas recetas o como indicador de como pueden funcionar los productos en el mercado a posteriori.
De ese modo, dependiendo del marco en que se desarrolle la feria, el cervecero puede contrastar la aceptación que obtienen sus productos entre un público especializado o sobre un público generalista, y adaptar las recetas en función del nicho de mercado al que quiera llegar en un futuro.
Para eso, es necesario que los organizadores entiendan precisamente eso: que el esfuerzo económico que deba realizar el elaborador sea lo bastante bajo como para que no necesite, por cojones, hacer una venta importante para rentabilizar el evento. Pero claro, los propios organizadores necesitan cuidar de su negocio también, y obtener un beneficio, que para eso sonlos que se lo curran para organizarlo todo, hacer la promociónb, pedir lospermisos y que todo esté listo y preparado cuando lleguen a montar los cerveceros. Y en ocasiones buscan justificar ese beneficio ofreciendo servicios adicionales que encarecen todavía más lo que han de pagar los participantes en la feria...
Porque, ¿necesitamos un vaso conmemorativo para cada feria que se organiza? Ya que, por baratos que estos salgan, siempre van a suponer un sobre coste importante... Al igual que cualquier dossier, librito o gadget que se incluya...
Este tipo de parafernalia, que encarece la participación en el evento, tiene su sentido en marco de una feria temática o especializada, ya que se entiende que el asistente medio va a ser un conocedor y consumidor habitual de cerveza artesana. Pero en una feria orientada a otro público distinto, en la que colamos como quien no quiere la cosa una zona dedicada a la cerveza artesana, la verdad es que en muchos casos puede suponer la diferencia entre el mosqueo o el cabreo absoluto entre los productores, sobre todo si la parte comercial no funciona como esperaban...
Y es que esperan obtener beneficios. No solo cubrir gastos, sino obtener beneficios.
Y creo, a nivel estrictamente personal, que esa actitud debería reorientarse hacia otros derroteros.
¿Una Feria Profesional?
A día de hoy, lo más parecido a una feria profesional que conozco es el Barcelona Beer Festival. Un evento en que los cerveceros no participan directamente, en el que hay charlas temáticas, talleres, y en la que el público tiene la oportunidad de charlar con algunos de los elaboradores en una zona habilitada a tal efecto. Contrasta con otras ferias más multitudinarias como Birrasana o Mediona, a las que habitualmente solo asisten elaboradores nacionales (con contadas excepciones), porque los participantes son tanto elaboradores como distribuidores, que proporcionan cervezas provenientes de fuera de nuestras fronteras.
Y creo que ese modelo de feria es el que debería proliferar; una feria en la que el cervecero participa de forma marginal y que asume como una oportunidad de dar a conocer su producto a un máximo de personas, sin obtener beneficio directo.
Una feria de este tipo sirve como punto encuentro entre profesionales de distintos sectores, como la elaboración, distribución, venta al detalle, restauración...
Sí, vale. Casi todos los profesionales vamos a todas las ferias que podemos y miramos de contactar con los elaboradores, les preguntamos por sus distribuidores, etc. Pero el marco es bien distinto; somos una cara más, que a veces podemos dejar una tarjeta (que en el follón de la feria podría muy bien perderse o traspapelarse), y con quien después se debe contactar a posteriori para hablar con tranquilidad.
Si me preguntáis a mi, el sector de la feria cervecera debería evolucionar hacia este modelo precisamente, tal vez complicándolo un poco más, con más actividades dedicadas a la promoción indirecta (charlas, talleres), con mucha más actividad dirigida hacia los profesionales del sector, e intentando acceder a aquellos segmentos que pueden hacer más por la difusión de la cerveza artesana, mirando un poco menos por la promoción directa de los productos y sobre todo olvidando la idea de que las ferias son para ganar dinero.
¿El fin de un modelo establecido?
Evidentemente no estoy abogando por destruir el actual modelo de feria, ya que muchas de ellas se encuentran ampliamente establecidas y son cita de peregrinaje actual de miles de aficionados a la cerveza artesana.
Pero el problema es que cada vez se están celebrando más eventos que copian este modelo, a mi parecer algo caduco ya, de mercadillo de la cerveza artesana. Sobre todo cuando se incluyen dentro de ferias de mayor calado, no orientadas a un público especializado. Y los más perjudicados, paradojicamente, por la proliferación desmedida de este modelo de feria, son los mismos cerveceros, que en ocasiones se ven obligados a discriminar entre varias que se celebran el mismo día en distintas poblaciones, sin tener indicadores de cual va a ser la elección correcta, ya que se trata de primeras ediciones... Y posiblemente de últimas, si la compensación económica que acaban obteniendo por su tiempo y esfuerzo no llega a cubrir un mínimo de los gastos y a ofrecer un margen de beneficio relevante.
Mi Feria Ideal
Mi modelo de Feria de la Cerveza Artesana Ideal (entiendo que haya quien pueda discrepar conmigo) sería un evento celebrado en un pabellón cerrado, con tres zonas claramente diferenciadas: una zona abierta de cata, donde poder tomar contacto con las últimas novedades de los fabricantes, una para el público aficionado destinada a talleres, charlas y encuentros con los productores, y otra para asistentes profesionales, donde productores, distribuidores y demás gente afín a la cadena (tenderos, restauradores, blogueros, periodistas) pudiese, al mismo tiempo, disfrutar de charlas y talleres más específicos, dedicados a optimizar la explotación de este negocio que es la cerveza artesana...
Pero que nadie nos toque nuestras ferias favoritas, como Mediona, Birrasana y similares, con 1mplia solera y recorrido y con muchísima afluencia de público especializado, gracias...
Si es que puestos a pedir...
Salus et Birras...
By Mikel...
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