En estas fechas hay un estilo (o etiqueta si lo preferís) de cerveza que asalta a traición los estantes de las tiendas especializadas. No es otro que el de las Cervezas de Navidad. Parecería que todo forma parte de esa campaña de marketing que, cierta marca de refrescos carbonatados, lanza cada año en diciembre para solaz de niños y amantes de los osos polares.
Pero, ¿en serio existe algo que se pueda llamar Cerveza de Navidad? Y de ser así, ¿de debajo de piedra ha salido?
Por todos es conocido que existen los estilos de cerveza estacionales (cervezas de verano, de invierno, y muy pronto en cuanto alguien le encuentre la justificación, de primavera y otoño... conozco un par de candidatas para cada categoría si alguna vez se imponen...). Y es fácil deducir que las Cervezas de Navidad no son más que una evolución de estas dedicadas a ser explotadas durante las festividades navideñas...
¿O no es así?
Hace muuuuuuchos, pero que muchos años, habitaban las tierras del norte de Europa unos seres míticos que, a diferencia de lo que se nos ha vendido, no llevaban cascos con cuernos, pero eran unos piratas feroces, unos marinos audaces y unos guerreros implacables. Bueno, vale; no eran seres míticos en absoluto: eran los primitivos pobladores de Escandinavia y Dinamarca... Los llamaban vikingos.
Entre otras cosas, los vikingos tenían una religión politeista, con un amplio panteón de deidades que representaban diversas fuerzas de la naturaleza en forma humana. Sí, vale; todas las religiones politeistas nacieron de forma similar. Lo importante del politeismo vikingo es que la faceta animista no se perdió con la evolución de los dioses en personificaciones complejas con un ciclo mitológico elaborado. Por eso, se observaban ciertas festividades que coincidían con los ciclos de la naturaleza, y ciertos rituales que servían para ensalzarlos. Lo importante de verdad, es que no se trataba de una religión de estado, y que las ceremonias más complejas tenían un importante componente de privacidad, circunscribiéndose a un entorno familiar, o al menos, se celebraban dentrol del entorno del clan o la aldea.
Entre estas festividades estaba Jule, el solsticio de invierno. Y para Jule se preparaba un banquete, que se acompañaba con una cerveza especialmente dulce y fuerte...
Y mira por donde, después los vikingos se convirtieron al cristianismo y Jule se convirtió en Navidad... Y la Jule Øl, o cerveza para el banquete de Jule, se convirtió en la Cerveza de Navidad primigenia...
La tradición de elaborar cereza para consumir en el solsticio de invierno se mantuvo durante siglos, hasta llegar a la actualidad. Durante años, fue incluso una imposición legal, promulgada entre otros por el rey Hakkon I de Noruega, reforzada después por nuevas leyes tal y como quedó reflejado en el Codex Ranzovianus de Gulathing, fechado en el 1250 de nuestra era.
Pero no fue hasta el siglo XVII que la tradición de las cervezas navideñas llegó a una joven América de las manos de los inmigrantes noruegos y suecos.
Los ingleses ya tenían, allá por el 1681, la tradición de elaborar cervezas maltosas, fuertes y especiadas, dedicadas a reducir los rigores del invierno... Bueno, o a hacerlos más llevaderos. Se conocían como Winter Warmer Ales, algo así como Cerveza para Calentarse en Invierno, traducción más o menos libre, las precursoras de lo que hoy en día se denominan Cervezas de Invierno... Sin embargo no debían ser demasiado fuertes, pues allá por 1804, un reportero británico en Escandinavia, cuyo nombre no ha pasado a la historia, se hizo eco de las especialidades navideñas del norte, calificándolas como “agradables al paladar aunque algo cabezonas”...
Vamos, como ahora, que todo lo que viene de allí arriba es mejor...
Estas formulaciones especiales se fueron extendiendo por toda Europa, de forma que en 1926, la belga Estella Artois lanzó una de las primeras cervezas estacionales del país, que pronto alcanzó un gran renombre (algo diluido con la trayectoria posterior de la marca) . Hasta llegar a 1980, año en que nació en Zurich (aunque se popularizase en Austria) una de las Cervezas de Navidad más reconocidas del mundo: la Samichlaus.
Desde varios frentes de forma simultánea, prácticamente hace doscientos años que se elabora Cerveza de Navidad para explotarla comercialmente. Con los años pasó de ser un artículo utilizado en la liturgia religiosa (algo así como el vino de misa; no olvidemos que los banquetes de Jule, aunque en un entorno doméstico, se celebraban en honor a los dioses) a ser una bebida elaborada en casa para conservar las tradiciones, y posteriormente, con la llegada de la industrialización y el abandono del campo, en un producto elaborado de forma industrial para que aquellos que no podían elaborarla ellos mismos pudiesen disfrutarla del mismo modo.
Y con el tiempo se estableció en otros mercados, como Inglaterra, los Estados Unidos, Bélgica, Suiza, Alemania... Y por las mismas razones: no se podían elaborar fuera del entorno agrario, y eran una tradición navideña ampliamente arraigada.
A día de hoy, muchos son los que se han subido al carro de las Cervezas de Navidad... En el panorama español, años ha (a mediados o finales de los 90), San Miguel empezó a elaborar una cerveza un poco más potente, más maltosa que su receta habitual, que vendían en estas fechas en botellas de medio litro con tapón basculante, a la que llamaban Invierno... Joder, si hasta Damm ha elaborado por segundo año consecutivo una cerveza que etiqueta como de Navidad... Que no tienen nada que ver con el estándar actual del estilo bajo el que la etiquetan (algo habitual en la marca), y que obtiene en medios especializados incluso peores puntuaciones que sus cervezas más mainstream (que ya es decir)...
Es por eso que, en cualquier tienda especializada, se pueden encontrar un buen número de cervezas navideñas procedentes de todos los rincones del mundo, etiquetadas al uso con imágenes icónicas, fáciles de identificar con las festividades que se celebran, y que nos aportan esos sabores dulces, especiados, y ese puntito de alcohol que a todos nos entusiasman por estas fechas.
Que se trate de recetas especiales y que provengan de una antiquísima tradición pagana, no tiene nada que ver con que no podamos consumirlas en otros momentos del año. De hecho, son cervezas ideales para tomar en cualquier momento en el que habitualmente tomarías una cerveza con algo más de graduación...
Si os gusta la cerveza potente, sabrosa y con cuerpo, las Cervezas de Navidad seguro que os entusiasman. No cedáis al marketing que indica que solo se pueden beber por estas fechas, y disfrutad de ellas siempre que tengáis ocasión... Eso sí, el marketing tienen una cosa muy mala, y es que este tipo de cerveza solo suele estar disponible durante las fechas navideñas...
O sea, que si, como yo, sois de los que disfrutáis de estas cervezas tan peculiares, haced acopio ahora, o padeced la sequía hasta el año que viene... Después de todo, son cervezas que aguantan bien el estacionado, y que con el tiempo mejoran sustancialmente su carácter.
¿Ya toca despedirse? Oh, vale... Qué remedio...
¡Feliz Navidad y que disfrutéis de muy buena Cerveza, os deseamos a todos desde L'Art en Birra!
Pero, ¿en serio existe algo que se pueda llamar Cerveza de Navidad? Y de ser así, ¿de debajo de piedra ha salido?
Por todos es conocido que existen los estilos de cerveza estacionales (cervezas de verano, de invierno, y muy pronto en cuanto alguien le encuentre la justificación, de primavera y otoño... conozco un par de candidatas para cada categoría si alguna vez se imponen...). Y es fácil deducir que las Cervezas de Navidad no son más que una evolución de estas dedicadas a ser explotadas durante las festividades navideñas...
¿O no es así?
De los vikingos y su Jule
Hace muuuuuuchos, pero que muchos años, habitaban las tierras del norte de Europa unos seres míticos que, a diferencia de lo que se nos ha vendido, no llevaban cascos con cuernos, pero eran unos piratas feroces, unos marinos audaces y unos guerreros implacables. Bueno, vale; no eran seres míticos en absoluto: eran los primitivos pobladores de Escandinavia y Dinamarca... Los llamaban vikingos.
Entre otras cosas, los vikingos tenían una religión politeista, con un amplio panteón de deidades que representaban diversas fuerzas de la naturaleza en forma humana. Sí, vale; todas las religiones politeistas nacieron de forma similar. Lo importante del politeismo vikingo es que la faceta animista no se perdió con la evolución de los dioses en personificaciones complejas con un ciclo mitológico elaborado. Por eso, se observaban ciertas festividades que coincidían con los ciclos de la naturaleza, y ciertos rituales que servían para ensalzarlos. Lo importante de verdad, es que no se trataba de una religión de estado, y que las ceremonias más complejas tenían un importante componente de privacidad, circunscribiéndose a un entorno familiar, o al menos, se celebraban dentrol del entorno del clan o la aldea.
Entre estas festividades estaba Jule, el solsticio de invierno. Y para Jule se preparaba un banquete, que se acompañaba con una cerveza especialmente dulce y fuerte...
Y mira por donde, después los vikingos se convirtieron al cristianismo y Jule se convirtió en Navidad... Y la Jule Øl, o cerveza para el banquete de Jule, se convirtió en la Cerveza de Navidad primigenia...
La tradición de elaborar cereza para consumir en el solsticio de invierno se mantuvo durante siglos, hasta llegar a la actualidad. Durante años, fue incluso una imposición legal, promulgada entre otros por el rey Hakkon I de Noruega, reforzada después por nuevas leyes tal y como quedó reflejado en el Codex Ranzovianus de Gulathing, fechado en el 1250 de nuestra era.
Pero no fue hasta el siglo XVII que la tradición de las cervezas navideñas llegó a una joven América de las manos de los inmigrantes noruegos y suecos.
Y mientras tanto, en la vieja Europa...
Los ingleses ya tenían, allá por el 1681, la tradición de elaborar cervezas maltosas, fuertes y especiadas, dedicadas a reducir los rigores del invierno... Bueno, o a hacerlos más llevaderos. Se conocían como Winter Warmer Ales, algo así como Cerveza para Calentarse en Invierno, traducción más o menos libre, las precursoras de lo que hoy en día se denominan Cervezas de Invierno... Sin embargo no debían ser demasiado fuertes, pues allá por 1804, un reportero británico en Escandinavia, cuyo nombre no ha pasado a la historia, se hizo eco de las especialidades navideñas del norte, calificándolas como “agradables al paladar aunque algo cabezonas”...
Vamos, como ahora, que todo lo que viene de allí arriba es mejor...
Estas formulaciones especiales se fueron extendiendo por toda Europa, de forma que en 1926, la belga Estella Artois lanzó una de las primeras cervezas estacionales del país, que pronto alcanzó un gran renombre (algo diluido con la trayectoria posterior de la marca) . Hasta llegar a 1980, año en que nació en Zurich (aunque se popularizase en Austria) una de las Cervezas de Navidad más reconocidas del mundo: la Samichlaus.
Y el panorama actual...
Desde varios frentes de forma simultánea, prácticamente hace doscientos años que se elabora Cerveza de Navidad para explotarla comercialmente. Con los años pasó de ser un artículo utilizado en la liturgia religiosa (algo así como el vino de misa; no olvidemos que los banquetes de Jule, aunque en un entorno doméstico, se celebraban en honor a los dioses) a ser una bebida elaborada en casa para conservar las tradiciones, y posteriormente, con la llegada de la industrialización y el abandono del campo, en un producto elaborado de forma industrial para que aquellos que no podían elaborarla ellos mismos pudiesen disfrutarla del mismo modo.
Y con el tiempo se estableció en otros mercados, como Inglaterra, los Estados Unidos, Bélgica, Suiza, Alemania... Y por las mismas razones: no se podían elaborar fuera del entorno agrario, y eran una tradición navideña ampliamente arraigada.
A día de hoy, muchos son los que se han subido al carro de las Cervezas de Navidad... En el panorama español, años ha (a mediados o finales de los 90), San Miguel empezó a elaborar una cerveza un poco más potente, más maltosa que su receta habitual, que vendían en estas fechas en botellas de medio litro con tapón basculante, a la que llamaban Invierno... Joder, si hasta Damm ha elaborado por segundo año consecutivo una cerveza que etiqueta como de Navidad... Que no tienen nada que ver con el estándar actual del estilo bajo el que la etiquetan (algo habitual en la marca), y que obtiene en medios especializados incluso peores puntuaciones que sus cervezas más mainstream (que ya es decir)...
Es por eso que, en cualquier tienda especializada, se pueden encontrar un buen número de cervezas navideñas procedentes de todos los rincones del mundo, etiquetadas al uso con imágenes icónicas, fáciles de identificar con las festividades que se celebran, y que nos aportan esos sabores dulces, especiados, y ese puntito de alcohol que a todos nos entusiasman por estas fechas.
Que se trate de recetas especiales y que provengan de una antiquísima tradición pagana, no tiene nada que ver con que no podamos consumirlas en otros momentos del año. De hecho, son cervezas ideales para tomar en cualquier momento en el que habitualmente tomarías una cerveza con algo más de graduación...
Si os gusta la cerveza potente, sabrosa y con cuerpo, las Cervezas de Navidad seguro que os entusiasman. No cedáis al marketing que indica que solo se pueden beber por estas fechas, y disfrutad de ellas siempre que tengáis ocasión... Eso sí, el marketing tienen una cosa muy mala, y es que este tipo de cerveza solo suele estar disponible durante las fechas navideñas...
O sea, que si, como yo, sois de los que disfrutáis de estas cervezas tan peculiares, haced acopio ahora, o padeced la sequía hasta el año que viene... Después de todo, son cervezas que aguantan bien el estacionado, y que con el tiempo mejoran sustancialmente su carácter.
¿Ya toca despedirse? Oh, vale... Qué remedio...
¡Feliz Navidad y que disfrutéis de muy buena Cerveza, os deseamos a todos desde L'Art en Birra!
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