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sábado, 28 de marzo de 2015

After BBF 2015: Reflexiones sin resaca

Hace apenas dos semanas se celebró la tercera edición del Barcelona Beer Festival en las dependencias del Museu Maritim de Barcelona. Evidentemente asistimos, aunque los sentimientos que nos despertó fueron... Pensaba usar la palabra confusos, pero prefiero calificarlos como contradictorios.


Una gran idea de base


La idea tras el BBF es muy, muy buena: Una feria dedicada a la cerveza artesana distinta, muy orientada hacia la experimentación y que pretende dar la oportunidad a los asistentes de probar una gran variedad de cervezas; más de trescientas en esta ocasión.

También ofrece una variedad de actividades paralelas, como mesas redondas, charlas y unas jornadas de encuentro entre profesionales...

Además de todo esto, se celebra en un marco difícil de comparar: una de las salas del Museu Maritim de Barcelona.

Vale, pues la idea es buena, pero su funcionamiento tan solo pasable. Y eso siendo generoso.

Un escenario espectacular para un evento muy especial


Problemas organizativos


La idea de ofrecer trescientas birras distintas en una rotación constante de barriles es interesante, sobre todo si entre las que están pinchadas cuando vas hay alguna que quieras catar...

El problema es que no tienes ni puta idea (perdón por mi castellano; estudié en un colegio público) de cuando van a pinchar cada barril (con excepción de los que estén fijos o los que pinchen en la zona Meet the Brewer). Y joder, no te vas a pasar tres días allí metido, levantándote birra tras birra para pasar el rato hasta que llegue la que tú querías probar, ¿no?

Por no hablar del criterio que se sigue a la hora de seleccionar qué se pincha donde y cuando... Vamos, que para saber qué estilo se dispensa en cada tirador tienes que tirar de la guía y de la pizarra todo el rato... Y eso es otro tema; la pizarra y su mantenimiento actualizado.

Vale, el tema de la pizarrita y la campana están bien para que sepas cuando se pincha cada cosa... Pero solo si se mantienen, por un lado la frecuencia de actualización, y por otro el tiempo que se está señalando la nueva cerveza... Porque como toquen cambiar cuatro o cinco barriles a la vez, puede que te pierdas alguno de los cambios, o sencillamente, una vez se ha actualizado el listado, que no coincida lo escrito con lo que sirven en el tirador (algunos clientes me han comentado que pasó en alguna ocasión; aunque yo no lo experimenté).

Y otro tema a debate sería el programar las jornadas profesionales el viernes...

¿En serio tengo que elegir entre cerrar la tienda el viernes para acudir a las jornadas o saltármelas y abrir con normalidad? Porque no jodamos, si he de elegir, mi clientela pasa por delante de cualquier feria, simposio o movida similar. Que al fin y al cabo ellos son los que me darán de comer.

La famosa línea de tiradores

Renovarse o morir


Desde el pasado día 16, la resaca, por así llamarla, del evento, varios clientes me han hablado de sus experiencias en el BBF, y por eso he decidido esperar una semana más antes de poner en claro y por escrito mi opinión al respecto.

Y mi opinión es la de que aunque es un modelo de feria novedoso y muy prometedor, necesita de una profunda revisión si pretende mejorar y cumplir mejor las expectativas de los asistentes. O eso o morir de éxito (generar una expectativas de afluencia de público tan altas que el día que no se cumplan por culpa del desencanto o desinterés del público, las pérdidas económicas la hagan desaparecer).

Por un lado me pregunto si de verdad es necesario presentar más de trescientas cervezas, y si no bastarían con las sesenta y tantas que cabrían en los tiradores funcionando de forma simultánea. Dado el sistema que utiliza la feria para financiarse y financiar la adquisición de la cerveza que se presenta (que no voy a explicar, ya que no me corresponde a mi hacerlo público), es evidente que no se podría ofrecer una feria de tres días en la que se consumieran más de seiscientos barriles de cerveza. No insistiré pues en revisar este punto.

Sin embargo, creo que se podría racionalizar la distribución de los barriles de forma que se pudiese saber qué encontrar en cada momento en cada tirador, y en mayor o menor medida, qué se va a pinchar y cuando.

Podemos empezar dividiendo parte de los tiradores por estilos, seleccionando algunos donde se pincharían solo barriles de ese estilo en concreto. De esa forma no hace falta recorrerse toda la fila si buscas una IPA, una Stout o una belga de fermentación espontánea (por poner un ejemplo), ya que se servirían en unas zonas concretas de la línea de tiradores.

Podemos continuar programando cuando se van a cambiar los barriles, dejando un espacio de tiempo al final de la jornada para apurar los barriles que hayan quedado a medias antes del cambio (las últimas dos horas, por ejemplo). De esta forma la gente sabría cuando se van a pinchar sus cervezas favoritas con un cierto margen de seguridad, y podría racionalizar el consumo, sin que se desperdiciase nada (es decir, de once de la mañana a ocho de la tarde funcionamiento organizado, y de ocho a diez de la noche, exactamente igual que ha funcionado estos tres años anteriores). Estoy seguro de que la experiencia de las ediciones anteriores serviría para hacer esta programación a grosso modo. Vale, puede pensar alguien, eso no interesa porque entonces la gente beberá menos.

¿En serio hay quie se lo cree? Venga ya, hombre... Los asistentes vamos con un presupuesto y cuando llegamos a casa nos damos cuenta que nos hemos gastado el doble o el triple de lo que pretendíamos gastar... ¿De verdad alguien puede pensar que no se va a producir consumo por impulso?

Un aspecto que también necesita de revisión es la división del espacio. Colas que se mezclan con las mesas. Transeúntes que atraviesan las colas ya que no tienen otro sitio por donde pasar. Zonas húmedas en el otra punta de la sala, de forma que para enjuagar el vaso has de atravesar toda la nave y volver a las colas para volverlo a llenar. Expositores ubicados frente a la zona de espera de la pizarra.

En fin. Un caos que puede resultar divertido durante un ratito, pero que al final acaba cansando y agobiando al personal.

Otro cambio que yo haría es el tema de las jornadas profesionales; yo las trasladaría al domingo, de forma que aquellos que no podemos cerrar alegremente nuestro negocio dedicado a la cerveza artesana podamos también participar. Que vale, que es el día de más afluencia de público, pero este año no había ninguna actividad programada antes de las tres de la tarde. En cuatro horas se pueden hacer muchas cosas, ¿no os parece?

Sí, cariño, ya se que te dije que esta era la última y cuando me la acabase nos íbamos... Pero es que está tan rica...


Que nadie se lleve a engaño


Sobre todo que nadie piense que volvimos cabreados y desilusionados de esta edición del Barcelona Beer Festival.

No fue así.

Ni de lejos.

Sin embargo, como ya he explicado más arriba, he compulsado la opinión de varios de mis clientes, que asistieron al evento, y he hilvanado sus impresiones y las mías para formar este tapiz donde pueda parecer que tienen mayor peso las opiniones negativas que las positivas.

Pero nos divertimos. Catamos buenas cervezas y muy buenas cervezas. Tuvimos suerte (o buen criterio) y no pillamos ningún limón. Probamos la comida de algunos de los puestos (poca variedad, pero bastante calidad). Coincidimos con amigos y camaradas. Hicimos contactos comerciales. Anotamos nuevos productos que desconocíamos y que esperamos implantar en la tienda en un futuro. Y nos fuimos a casa cansados, satisfechos y algo más que contentos (tirando de transporte público, por supuesto: locos sí, pero no irresponsables, ¿vale?).

En fin, que lo pasamos en grande.

Pero lo podríamos haber pasado mejor. Y si alguno de los puntos que menciono se pudiese corregir en el futuro, sin duda lo pasaremos mejor.

Salus et Birras...

By Mikel...

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