Ante todo quiero reconocer que el título es una sobrada, y sí, un homenaje a Steinbeck... Si no lo has pillado a la primera no te preocupes; no es importante.
Lo importante es por qué el título es una sobrada... Y es por la generalización que supone meter a todos los blogueros en el mismo saco... Ay, caray, espera... Si la semana pasada hice lo mismo con los cerveceros nacionales al hablar de los prejuicios...
Pues nada, que esta semana me apetece hablar de aquellos que compartimos en un blog nuestras experiencias cerveceras o cerveciles (que no son lo mismo aunque pudiere parecerlo). Por que sí. Porque este es mi blog. Esta es mi casa.
Y en mi casa hago lo que me sale de los... Dedos de las manos, que son con los que aplasto las teclas...
Que lo sepan todos. Y que quede claro. Nadie mantiene un blog por amor al arte. Lo hace porque cree que tiene algo que decir. Y le da igual quien lo lea.
Esta es la única verdad de fondo sobre los blogs. Son pedazos de subjetividad lanzados al aire, para que cualquiera que pasé por ahí (aquí) pueda leerlos.
La difusión del contenido de un blog, su alcance, va vinculado a la promoción que de él se haga. Si no lo promocionamos, la gente no va a saber que existe. En el mundo 2.0 en que las redes sociales están tan de moda y casi todo el mundo tiene uno o varios perfiles en media docena de ellas, es el medio más eficaz para promocionar nuestro blog. Inicialmente serán nuestros contactos en la red que usemos los primeros que alcanzarán a leer nuestra publicación. Solo si nuestro contenido es lo bastante bueno como para impactarles y que ellos lo consideren interesante para otras personas, alcanzaremos un mínimo de viralidad, y lograremos alcanzar a los potenciales lectores fuera de nuestros círculos de contactos.
Ahora bien... ¿Como creamos un contenido interesante para nuestro público potencial (nótese que de momento estoy refiriéndome a los blogs en genérico)? Pues escribiendo sobre temas que les puedan interesar. Y escribiendo bien.
Un ejemplo de un blog bien parido donde los hubiera, que no tiene nada que ver con la cerveza, por cierto, fue, en su momento, el creado por Manel Loureiro para la publicación por entregas de su novela sobre zombis, Apocalipsis Z. Esta novela se publicó originalmente como entradas de blog, en las que el protagonista narraba su día a día en un mundo asolado por una plaga que devolvía la vida a los cadáveres (ya sabéis a lo que me refiero; no hace falta que me explaye). Alcanzó tal difusión, que la continuación de la historia original, Los días oscuros, suspendió su publicación episódica en el blog para verse editada como libro en papel.
No nos engañemos; prácticamente nadie inicia un blog con la intención de ofrecer un servicio a la comunidad (sea esta comunidad la que sea) de forma gratuita. Lo hacemos con una intención muy clara en la mente, y desgraciadamente el altruismo no acostumbra a ser la principal. Y aunque el texto no deja ningún lugar a dudas de lo que pienso al respecto, sí, supongo que existen excepciones. Y no, no pienso hablar sobre ellas.
Una vez reconocido que no somos altruistas, intentaremos ser honestos con nosotros mismos a la hora de identificar el porqué hemos creado el blog:
Como medio de expresión.
Y ya está, no le deis más vueltas. Creamos un blog porque queremos decir algo. Y sí, se me que estoy repitiendo. Pero hay cosas que si no es con un martillo pilón o una bala del .338 LaPua Magnum para abrirse camino, no entran en según que cabezas...
Y a partir de ahora sí que quiero centrarme en los blogs relacionados con la cerveza artesanal.
Podemos querer compartir nuestra experiencia como elaboradores de cerveza casera. Podemos querer compartir nuestra opinión (ojo al uso que hago del adjetivo aquí) subjetiva sobre esta o aquella cerveza. Podemos, sencillamente, querer compartir nuestras inquietudes en un momento concreto, en relación a cualquier cosa que esté o no remotamente vinculada con la cerveza.
Fijaos en la palabra que más se repite: compartir.
Queremos compartir nuestras experiencias con nuestros lectores.
Y aquí puede ser donde se creen la mayoría de conflictos que empiezan a afectar al blogueo en el mundo de la cerveza artesana; hay quien olvida que un blog solo muestra una visión de la realidad. La del autor. Una percepción que está influida por mil y un factores que la diferencian de las de sus potenciales lectores. ¿Entendéis ahora mi énfasis en el uso del adjetivo unas líneas más arriba?
Por otro lado, la inmediatez con que internet ha castigado al mundo de la comunicación nos ha impuesto una nueva traba: hemos perdido la objetividad como lectores.
Antaño, cuando el mundo era joven y se escribían más cartas y un teléfono móvil pesaba treinta kilos y viajaba en una maleta, leíamos de otra manera.
Es cierto, leíamos de otra manera, ya que de lo contrario corríamos el riesgo de responder mal a una carta...
A ver, me explico, que me parece que dicho así queda algo confuso.
Cuando una carta tardaba un par de días en llegar a su destinatario y una respuesta a la misma tardaba más o menos lo mismo, procurábamos entender las intenciones de nuestro interlocutor epistolar antes de responder. Leíamos buscando en la elección de las palabras y la relación que manteníamos con la otra persona el sentido a lo que nos quería comunicar el remitente. Mirábamos de contextualizar cada frase dentro de un marco de referencia común. Aplicábamos un criterio objetivo a la lectura, y después aplicábamos nuestro criterio subjetivo a la información obtenida.
Internet, el chat, los foros y las redes sociales mandaron a la mierda esa forma de leer.
Y no pienso extenderme mucho en como han destrozado la experiencia de escribir.
La inmediatez de las comunicaciones actuales han eliminado la fase de objetivización de la ecuación. El ejemplo más flagrante es el uso de los emoticonos, que de ser sencillas anotaciones para reflejar estados de ánimo, se han integrado por completo en el día a día de las comunicaciones por internet. De tal forma que las utilizamos de forma indiscriminada, intentando darle al lenguaje escrito la misma dimensión a que una conversación presencial... De esa forma pretendemos evitar que nuestro interlocutor malinterprete nuestras palabras... Porque claro, un recurso tan rico como el lenguaje escrito ya no basta en este mundo 2.0 para transmitir un mensaje claro...
Y por supuesto, nosotros, blogueros de pro, estamos un escalón por encima de la prole que utiliza los emoticonos y las abreviaturas para todo... Y escribimos. Mucho.
Pero no somos Bernstein o Woodward. No somos periodistas de investigación destapando una truculenta historia de conjuras políticas que llevarán a la dimisión de un presidente por culpa de la corrupción de su administración (algo del todo improbable en este país, dicho sea de paso).
Somos blogueros. Somos personas con ciertas inquietudes, que necesitamos expresarnos, y que hemos elegido a quién nos vamos a dirigir para resolver esa necesidad de comunicarnos.
Aunque en realidad nos da igual quien lea lo que escribimos.
No voy a explicar lo que es un gurú, aunque muchos de los que crean conocer el significado de la palabra estén completamente equivocados.
La afirmación, no obstante, de que el gurú nace, puede resultar confusa. Sobre todo sin tener claro lo que es un gurú.
Fiaos de mi. A estas alturas no tengo ninguna intención de engañaros.
El gurú nace cuando sus enseñanzas encuentran al primer seguidor. Porque el gurú no pretende en ningún momento serlo. Y si lo ha pretendido en alguna ocasión, entonces no es un verdadero gurú (¿lo pillas, Ron Hubbard?).
Uno consigue que otros le sigan cuando es sincero en lo que hace. Cuando no intenta influenciar a los demás con sus opiniones. Cuando es el resto de personas quienes ven, de forma libre y espontánea, en sus actos un motivo para seguirle.
Por suerte el bloguero medio no tiene ínfulas mesiánicas y no pretende que la gente le adore y le tenga en lo más alto de un pedestal. No tiene afán de protagonismo, ni deseos de destacar por encima de las masas de sus adoradores postrados ante su sabiduría y su buen criterio.
Vale, ahora es cuando hago el chiste sobre despertar de un sueño en el que el mundo es de color de rosa y todo es lógico y racional...
Por fín, llegamos a uno de los puntos más calentitos del asunto. El uso de un blog como herramienta de marketing. Algo que, por suerte o por desgracia, es la realidad cotidiana en esta sociedad 2.0, en la que cualquier medio es una vía utilizable de forma legítima con tal de hacer dinero.
Hay dos formas de utilizar un blog como herramienta de márketing.
La primera es utilizarlo para promocionar directamente un producto o empresa. Dentro de las estrategias de marketing utilizables está la de la publicidad directa, pura y dura, mediante contenidos más o menos dirigidos en dirección a la promoción que queremos hacer.
O sea, convertir el blog en una sucesión sin tino de anuncios más o menos camuflados. Algo perfectamente lícito, aunque en ocasiones, y según como se realice, bastante cuestionable.
Otra es la promoción indirecta, aprovechando la visibilidad de la plataforma. Es, de forma más o menos burda, lo que hago yo en este blog: promocionar mi tienda sin hablar demasiado de ella o los productos que vendo. Y lo que hacen los anunciantes que deciden poner banners o anuncios en blogs; aprovechar que el lector habitual del mismo tiene algún interés que coincide con el público objetivo de su campaña publicitaria. El target.
Pero para ello el blog ha de contar con una visibilidad total que incluya en un porcentaje suficientemente alto al público al pretende dirigirse el anunciante entre las visitas mayoritarias del blog.
Por poner un ejemplo claro y práctico; yo nunca pondría un banner en un blog escrito por un miembro de la NRA de Wisconsin con cien mil seguidores. Sencillamente porque a mi me la suda que haya cien mil personas leyendo sobre armas de fuego que vivan en o cerca de Wisconsin... Es gente que aunque vea mi banner no va a venir a comprar a mi tienda. Ni me van a comprar por internet.
Y lo mismo que digo con relación a los banners vale para los análisis o reviews.
Recapitulando, si pretendemos utilizar un blog como herramienta de marketing (ya sea propio o para terceros), hemos de tener en cuenta dos factores muy importantes:
En primer lugar, el alcance absoluto de nuestras publicaciones. Es decir a cuanta gente les llegan realmente los contenidos que creamos. Es importante tenerlo en cuenta por la posible viralidad de nuestros contenidos, que pueden, a través de este alcance total de las publicaciones, alcanzar a nuestro público objetivo.
En segundo lugar, algo mucho más importante: el alcance real entre nuestro target (o el de nuestros clientes). Porque si la mayoría de nuestros seguidores no están dentro de ese target, ese público potencial que comprará los productos que pretendemos vender, deberíamos replantearnos los contenidos que podemos crear o los medios de promoción del blog para reconducir la tendencia hacia nuestro target.
Poniendo otro ejemplo chorra de los míos; si yo tuviese una importante afluencia de público entre los amantes de la cerveza artesana de Tegucigalpa, debería ver como redirigir esa tendencia de forma que el impacto fuese similar entre los habitantes del área metropolitana de Barcelona, ya fuese cambiando la orientación de los contenidos o buscando un medio de que el blog llegase a ese comprador potencial que se me escapa.
¿Has visto que horas?, creo que voy a ir acabando, y para finalizar me gustaría añadir una pequeña reflexión sobre el impacto de nuestras acciones como blogueros.
Somos subjetivos. Siempre. Y por mucho que pretendamos ser objetivos, nunca lo somos, ya que nuestras experiencias guían y moldean nuestras opiniones.
Esto se traduce en que nunca, nunca, nunca, tendremos la verdad absoluta sobre nada. No, ni siquiera sobre si esa cerveza que hemos catado es tan buena o mala como creemos.
Porque ese cervezote que acabamos de catar y que nos ha parecido requetefantabuloso, igual la semana que viene, con un poco de sinusitis que no hemos detectado todavía, después de comer un plato concreto, o servido en un vaso o copa distinto, o incluso comparándola con otra cerveza que hemos catado hace pocos días, puede parecernos mejor todavía, o peor todavía, o que no tenga nada que ver en absoluto con lo que catamos antes. Y es exáctamente la misma birra. Del mismo lote. De botellas correlativas.
O lo que a ti te encanta, a mi me puede parecer infumable. Y eso no significa que uno de los dos esté equivocado. Pero pone de manifiesto que ninguno de los dos posee el don de la inefabilidad.
Eso significa, en pocas palabras, que si nuestra subjetividad es demasiado popular, puede llegar a convertirse en una falsa objetividad.
Porque el gurú nace, ¿recordáis?. Y si hay mucha gente que entiende mal nuestro mensaje, podemos condicionar su visión de la realidad, haciendo que coincida con la nuestra.
Suplantaremos su visión objetiva con nuestra visión subjetiva. Una visión que no acabarán de entender en su totalidad porque carecerán de nuestras experiencias previas. Esas experiencias previas que han ayudado a dar forma inconscientemente a nuestra opinión.
Por eso hemos de procurar tener una idea muy clara al crear contenidos para nuestro blog, de forma que minimicemos el impacto negativo de nuestro trabajo:
La gente que nos lea es muy posible que solo llegue a entender una mínima parte de lo que pretendíamos transmitir al crear nuestros contenidos. Por muy claros que pretendamos ser al escribir. Por mucho cuidado que pongamos al hacerlo.
Y todo porque Internet, el chat, los foros y las redes sociales mandaron a la mierda esa forma de leer... De entender la palabra escrita...
O igual es porque quien está leyendo nuestro blog no tienen nada que ver con quien pretendíamos que lo leyese al escribirlo...
Post Scriptum
Si no tienes ni idea de quienes son John Steinbeck, Manel Loureiro, Carl Bernstein, Bob Woodward o L Ronald Hubbard.
Si no sabes lo que es un .338 LaPua Magnum o lo que es la NRA.
Si no sabes donde están Wisconsin o Tegucigalpa o qué poblaciones componen el Área Metropolitana de Barcelona.
Posiblemente sigas estando dentro del target al que me dirijo con este blog, que dicho sea de paso, está lleno de desvaríos y opiniones subjetivas.
Te rogaría que intentases leer cada entrada como si fuese una carta, ¿vale? Una de aquellas fugaces sucesiones de palabras escritas en un pedazo de papel, que ha viajado desde mi escritorio hasta donde sea que te encuentres cuando lo leas...
Porque tenía ganas de contarte algo.
Sí, tal vez te lo rogaría...
Salus et Birras...
By Mikel...
Lo importante es por qué el título es una sobrada... Y es por la generalización que supone meter a todos los blogueros en el mismo saco... Ay, caray, espera... Si la semana pasada hice lo mismo con los cerveceros nacionales al hablar de los prejuicios...
Pues nada, que esta semana me apetece hablar de aquellos que compartimos en un blog nuestras experiencias cerveceras o cerveciles (que no son lo mismo aunque pudiere parecerlo). Por que sí. Porque este es mi blog. Esta es mi casa.
Y en mi casa hago lo que me sale de los... Dedos de las manos, que son con los que aplasto las teclas...
Nadie escribe en un blog por amor al arte
Que lo sepan todos. Y que quede claro. Nadie mantiene un blog por amor al arte. Lo hace porque cree que tiene algo que decir. Y le da igual quien lo lea.
Esta es la única verdad de fondo sobre los blogs. Son pedazos de subjetividad lanzados al aire, para que cualquiera que pasé por ahí (aquí) pueda leerlos.
La difusión del contenido de un blog, su alcance, va vinculado a la promoción que de él se haga. Si no lo promocionamos, la gente no va a saber que existe. En el mundo 2.0 en que las redes sociales están tan de moda y casi todo el mundo tiene uno o varios perfiles en media docena de ellas, es el medio más eficaz para promocionar nuestro blog. Inicialmente serán nuestros contactos en la red que usemos los primeros que alcanzarán a leer nuestra publicación. Solo si nuestro contenido es lo bastante bueno como para impactarles y que ellos lo consideren interesante para otras personas, alcanzaremos un mínimo de viralidad, y lograremos alcanzar a los potenciales lectores fuera de nuestros círculos de contactos.
Ahora bien... ¿Como creamos un contenido interesante para nuestro público potencial (nótese que de momento estoy refiriéndome a los blogs en genérico)? Pues escribiendo sobre temas que les puedan interesar. Y escribiendo bien.
Un ejemplo de un blog bien parido donde los hubiera, que no tiene nada que ver con la cerveza, por cierto, fue, en su momento, el creado por Manel Loureiro para la publicación por entregas de su novela sobre zombis, Apocalipsis Z. Esta novela se publicó originalmente como entradas de blog, en las que el protagonista narraba su día a día en un mundo asolado por una plaga que devolvía la vida a los cadáveres (ya sabéis a lo que me refiero; no hace falta que me explaye). Alcanzó tal difusión, que la continuación de la historia original, Los días oscuros, suspendió su publicación episódica en el blog para verse editada como libro en papel.
¿Servicio público? Y una leche
No nos engañemos; prácticamente nadie inicia un blog con la intención de ofrecer un servicio a la comunidad (sea esta comunidad la que sea) de forma gratuita. Lo hacemos con una intención muy clara en la mente, y desgraciadamente el altruismo no acostumbra a ser la principal. Y aunque el texto no deja ningún lugar a dudas de lo que pienso al respecto, sí, supongo que existen excepciones. Y no, no pienso hablar sobre ellas.
Una vez reconocido que no somos altruistas, intentaremos ser honestos con nosotros mismos a la hora de identificar el porqué hemos creado el blog:
Como medio de expresión.
Y ya está, no le deis más vueltas. Creamos un blog porque queremos decir algo. Y sí, se me que estoy repitiendo. Pero hay cosas que si no es con un martillo pilón o una bala del .338 LaPua Magnum para abrirse camino, no entran en según que cabezas...
Y a partir de ahora sí que quiero centrarme en los blogs relacionados con la cerveza artesanal.
No somos ni Bernstein ni Woodward
Podemos querer compartir nuestra experiencia como elaboradores de cerveza casera. Podemos querer compartir nuestra opinión (ojo al uso que hago del adjetivo aquí) subjetiva sobre esta o aquella cerveza. Podemos, sencillamente, querer compartir nuestras inquietudes en un momento concreto, en relación a cualquier cosa que esté o no remotamente vinculada con la cerveza.
Fijaos en la palabra que más se repite: compartir.
Queremos compartir nuestras experiencias con nuestros lectores.
Y aquí puede ser donde se creen la mayoría de conflictos que empiezan a afectar al blogueo en el mundo de la cerveza artesana; hay quien olvida que un blog solo muestra una visión de la realidad. La del autor. Una percepción que está influida por mil y un factores que la diferencian de las de sus potenciales lectores. ¿Entendéis ahora mi énfasis en el uso del adjetivo unas líneas más arriba?
Por otro lado, la inmediatez con que internet ha castigado al mundo de la comunicación nos ha impuesto una nueva traba: hemos perdido la objetividad como lectores.
Antaño, cuando el mundo era joven y se escribían más cartas y un teléfono móvil pesaba treinta kilos y viajaba en una maleta, leíamos de otra manera.
Es cierto, leíamos de otra manera, ya que de lo contrario corríamos el riesgo de responder mal a una carta...
A ver, me explico, que me parece que dicho así queda algo confuso.
Cuando una carta tardaba un par de días en llegar a su destinatario y una respuesta a la misma tardaba más o menos lo mismo, procurábamos entender las intenciones de nuestro interlocutor epistolar antes de responder. Leíamos buscando en la elección de las palabras y la relación que manteníamos con la otra persona el sentido a lo que nos quería comunicar el remitente. Mirábamos de contextualizar cada frase dentro de un marco de referencia común. Aplicábamos un criterio objetivo a la lectura, y después aplicábamos nuestro criterio subjetivo a la información obtenida.
Internet, el chat, los foros y las redes sociales mandaron a la mierda esa forma de leer.
Y no pienso extenderme mucho en como han destrozado la experiencia de escribir.
La inmediatez de las comunicaciones actuales han eliminado la fase de objetivización de la ecuación. El ejemplo más flagrante es el uso de los emoticonos, que de ser sencillas anotaciones para reflejar estados de ánimo, se han integrado por completo en el día a día de las comunicaciones por internet. De tal forma que las utilizamos de forma indiscriminada, intentando darle al lenguaje escrito la misma dimensión a que una conversación presencial... De esa forma pretendemos evitar que nuestro interlocutor malinterprete nuestras palabras... Porque claro, un recurso tan rico como el lenguaje escrito ya no basta en este mundo 2.0 para transmitir un mensaje claro...
Y por supuesto, nosotros, blogueros de pro, estamos un escalón por encima de la prole que utiliza los emoticonos y las abreviaturas para todo... Y escribimos. Mucho.
Pero no somos Bernstein o Woodward. No somos periodistas de investigación destapando una truculenta historia de conjuras políticas que llevarán a la dimisión de un presidente por culpa de la corrupción de su administración (algo del todo improbable en este país, dicho sea de paso).
Somos blogueros. Somos personas con ciertas inquietudes, que necesitamos expresarnos, y que hemos elegido a quién nos vamos a dirigir para resolver esa necesidad de comunicarnos.
Aunque en realidad nos da igual quien lea lo que escribimos.
El gurú nace, no se hace
No voy a explicar lo que es un gurú, aunque muchos de los que crean conocer el significado de la palabra estén completamente equivocados.
La afirmación, no obstante, de que el gurú nace, puede resultar confusa. Sobre todo sin tener claro lo que es un gurú.
Fiaos de mi. A estas alturas no tengo ninguna intención de engañaros.
El gurú nace cuando sus enseñanzas encuentran al primer seguidor. Porque el gurú no pretende en ningún momento serlo. Y si lo ha pretendido en alguna ocasión, entonces no es un verdadero gurú (¿lo pillas, Ron Hubbard?).
Uno consigue que otros le sigan cuando es sincero en lo que hace. Cuando no intenta influenciar a los demás con sus opiniones. Cuando es el resto de personas quienes ven, de forma libre y espontánea, en sus actos un motivo para seguirle.
Por suerte el bloguero medio no tiene ínfulas mesiánicas y no pretende que la gente le adore y le tenga en lo más alto de un pedestal. No tiene afán de protagonismo, ni deseos de destacar por encima de las masas de sus adoradores postrados ante su sabiduría y su buen criterio.
Vale, ahora es cuando hago el chiste sobre despertar de un sueño en el que el mundo es de color de rosa y todo es lógico y racional...
El blog y el marketing
Por fín, llegamos a uno de los puntos más calentitos del asunto. El uso de un blog como herramienta de marketing. Algo que, por suerte o por desgracia, es la realidad cotidiana en esta sociedad 2.0, en la que cualquier medio es una vía utilizable de forma legítima con tal de hacer dinero.
Hay dos formas de utilizar un blog como herramienta de márketing.
La primera es utilizarlo para promocionar directamente un producto o empresa. Dentro de las estrategias de marketing utilizables está la de la publicidad directa, pura y dura, mediante contenidos más o menos dirigidos en dirección a la promoción que queremos hacer.
O sea, convertir el blog en una sucesión sin tino de anuncios más o menos camuflados. Algo perfectamente lícito, aunque en ocasiones, y según como se realice, bastante cuestionable.
Otra es la promoción indirecta, aprovechando la visibilidad de la plataforma. Es, de forma más o menos burda, lo que hago yo en este blog: promocionar mi tienda sin hablar demasiado de ella o los productos que vendo. Y lo que hacen los anunciantes que deciden poner banners o anuncios en blogs; aprovechar que el lector habitual del mismo tiene algún interés que coincide con el público objetivo de su campaña publicitaria. El target.
Pero para ello el blog ha de contar con una visibilidad total que incluya en un porcentaje suficientemente alto al público al pretende dirigirse el anunciante entre las visitas mayoritarias del blog.
Por poner un ejemplo claro y práctico; yo nunca pondría un banner en un blog escrito por un miembro de la NRA de Wisconsin con cien mil seguidores. Sencillamente porque a mi me la suda que haya cien mil personas leyendo sobre armas de fuego que vivan en o cerca de Wisconsin... Es gente que aunque vea mi banner no va a venir a comprar a mi tienda. Ni me van a comprar por internet.
Y lo mismo que digo con relación a los banners vale para los análisis o reviews.
Recapitulando, si pretendemos utilizar un blog como herramienta de marketing (ya sea propio o para terceros), hemos de tener en cuenta dos factores muy importantes:
En primer lugar, el alcance absoluto de nuestras publicaciones. Es decir a cuanta gente les llegan realmente los contenidos que creamos. Es importante tenerlo en cuenta por la posible viralidad de nuestros contenidos, que pueden, a través de este alcance total de las publicaciones, alcanzar a nuestro público objetivo.
En segundo lugar, algo mucho más importante: el alcance real entre nuestro target (o el de nuestros clientes). Porque si la mayoría de nuestros seguidores no están dentro de ese target, ese público potencial que comprará los productos que pretendemos vender, deberíamos replantearnos los contenidos que podemos crear o los medios de promoción del blog para reconducir la tendencia hacia nuestro target.
Poniendo otro ejemplo chorra de los míos; si yo tuviese una importante afluencia de público entre los amantes de la cerveza artesana de Tegucigalpa, debería ver como redirigir esa tendencia de forma que el impacto fuese similar entre los habitantes del área metropolitana de Barcelona, ya fuese cambiando la orientación de los contenidos o buscando un medio de que el blog llegase a ese comprador potencial que se me escapa.
Del impacto de nuestras acciones
¿Has visto que horas?, creo que voy a ir acabando, y para finalizar me gustaría añadir una pequeña reflexión sobre el impacto de nuestras acciones como blogueros.
Somos subjetivos. Siempre. Y por mucho que pretendamos ser objetivos, nunca lo somos, ya que nuestras experiencias guían y moldean nuestras opiniones.
Esto se traduce en que nunca, nunca, nunca, tendremos la verdad absoluta sobre nada. No, ni siquiera sobre si esa cerveza que hemos catado es tan buena o mala como creemos.
Porque ese cervezote que acabamos de catar y que nos ha parecido requetefantabuloso, igual la semana que viene, con un poco de sinusitis que no hemos detectado todavía, después de comer un plato concreto, o servido en un vaso o copa distinto, o incluso comparándola con otra cerveza que hemos catado hace pocos días, puede parecernos mejor todavía, o peor todavía, o que no tenga nada que ver en absoluto con lo que catamos antes. Y es exáctamente la misma birra. Del mismo lote. De botellas correlativas.
O lo que a ti te encanta, a mi me puede parecer infumable. Y eso no significa que uno de los dos esté equivocado. Pero pone de manifiesto que ninguno de los dos posee el don de la inefabilidad.
Eso significa, en pocas palabras, que si nuestra subjetividad es demasiado popular, puede llegar a convertirse en una falsa objetividad.
Porque el gurú nace, ¿recordáis?. Y si hay mucha gente que entiende mal nuestro mensaje, podemos condicionar su visión de la realidad, haciendo que coincida con la nuestra.
Suplantaremos su visión objetiva con nuestra visión subjetiva. Una visión que no acabarán de entender en su totalidad porque carecerán de nuestras experiencias previas. Esas experiencias previas que han ayudado a dar forma inconscientemente a nuestra opinión.
Por eso hemos de procurar tener una idea muy clara al crear contenidos para nuestro blog, de forma que minimicemos el impacto negativo de nuestro trabajo:
La gente que nos lea es muy posible que solo llegue a entender una mínima parte de lo que pretendíamos transmitir al crear nuestros contenidos. Por muy claros que pretendamos ser al escribir. Por mucho cuidado que pongamos al hacerlo.
Y todo porque Internet, el chat, los foros y las redes sociales mandaron a la mierda esa forma de leer... De entender la palabra escrita...
O igual es porque quien está leyendo nuestro blog no tienen nada que ver con quien pretendíamos que lo leyese al escribirlo...
Post Scriptum
Si no tienes ni idea de quienes son John Steinbeck, Manel Loureiro, Carl Bernstein, Bob Woodward o L Ronald Hubbard.
Si no sabes lo que es un .338 LaPua Magnum o lo que es la NRA.
Si no sabes donde están Wisconsin o Tegucigalpa o qué poblaciones componen el Área Metropolitana de Barcelona.
Posiblemente sigas estando dentro del target al que me dirijo con este blog, que dicho sea de paso, está lleno de desvaríos y opiniones subjetivas.
Te rogaría que intentases leer cada entrada como si fuese una carta, ¿vale? Una de aquellas fugaces sucesiones de palabras escritas en un pedazo de papel, que ha viajado desde mi escritorio hasta donde sea que te encuentres cuando lo leas...
Porque tenía ganas de contarte algo.
Sí, tal vez te lo rogaría...
Salus et Birras...
By Mikel...
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