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Este es el blog de L'Art en Birra, una tienda de cerveza artesana, materiales y equipo para elaboración casera.
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jueves, 26 de mayo de 2016

#La Ronda 42: La cerveza de elaboración tradicional y el consumidor generalista: ¿Compatibles con el modelo de negocio actual?

Bueno, en esta ocasión #La Ronda la pago yo, y coincidiendo con el cierre de la tienda (por razones que no vienen al caso), quiero cuestionar la compatibilidad entre el modelo de negocio implantado en torno a la cerveza denominada como artesana y su acceso al gran público.

¿Que todavía no sabéis lo que es #La Ronda? Pues se trata de una iniciativa colaborativa en la que diversos blogueros comparten un mismo tema, creando una entrada en sus medios respectivos y aportando su punto de vista sobre el tema a tratar.

Esta es la entrada introductoria o invitación, exponiendo cual va a ser el tema a tratar, y aquellos blogueros que quieran participar dejarán un comentario al final indicándolo, realizaran su correspondiente entrada en su blog y al final del periodo propuesto, yo recopilaré todas ellas en un solo post, sintetizando las opiniones vertidas.

Por eso voy a plantear a los participantes una serie de preguntas para que puedan estructurar sus respectivos artículos a su alrededor.

¿Cómo podría acercarse la cerveza artesana a un público que no está predispuesto a consumirla?


Porque no perdamos de vista que , de momento, solo consumimos este tipo de cervezas aquellos que las conocemos y valoramos en su justa medida.

¿Está preparada la industria de la cerveza de elaboración tradicional para acceder a un público generalista?


Recordemos que se trata de cervezas elaboradas en tiradas limitadas, por fábricas que en su mayoría no dispone de instalaciones con capacidades productivas demasiado grandes, y bueno, siempre está el tema de la variabilidad entre lotes...

¿Es el modelo de negocio actual el más idóneo para el sector?


Fábricas pequeñas, microdistribución, tiendas especializadas, cervecerías especializadas multitiradores... ¿Os parece la mejor forma de que el producto alcance las máximas cuotas de distribución y penetración en el mercado?

...Y cualquier otra cuestión relativa al mundillo que los blogueros puedan (podáis) considerar interesante y que guarde relación con el tema:


¿Son compatibles el modelo de negocio actual con el consumidor no predispuesto a comprar cerveza artesana?


La pelota está en vuestra cancha, chavales...

Salus et Birras...

By Mikel...

jueves, 28 de abril de 2016

#La Ronda 41: De Tontunas y Sin Sentidos; cuando no nos ponemos de acuerdo entre si la oferta es excesiva o insuficiente

En esta ocasión, Jorge Solana de Cerveriana (el blog donde se gritan todos los textos) se ha sacado de la manga un tema amplio y complejo para la ronda... Tanto que me niego a usar su subtítulo, y le he puesto el mío propio.

El tema en sí no es tan difícil: la fragmentación del mercado de la cerveza de elaboración tradicional. El problema radica en que las aproximaciones que se hagan sobre el mismo pueden levantar ampollas... Y bueno, aunque eso nunca me ha detenido ni me ha importado demasiado, reconozco que me voy a mover por arenas movedizas al compartir mi opinión con vosotros.

A la mierda. Si a alguien le molesta lo que sigue, que me lo razone y listos.


¿Fragmentación o Fractura?


Se habla de fragmentación del sector para reflejar el exceso de oferta diferenciada. Incluso se habla de la fugacidad con que aparecen y desaparecen productos concretos en un mercado que parece abocado a buscar lo efímero, lo breve, lo raro, lo que nadie más ha catado pero de lo que todo el mundo habla.

En resumen, se llama fragmentación al esnobismo cervecero. Un esnobismo que condiciona no solo el comportamiento del consumidor, sino que hace lo propio con el elaborador, que NECESITA crear nuevos productos para mantener el interés del comprador ávido de novedades y cosas raras. Y que también afecta al minorista, atrapado en el fuego cruzado entre oferta y demanda, que muchas veces se enfrenta a la disyuntiva entre implantar una novedad mientras hay stock, aunque no se haya creado todavía la demanda, o esperar a que haya demanda y correr el riesgo de descubrir que no hay stock.

Este modelo de funcionamiento solo favorece a un tipo de minorista: el bar multitirador, que contribuye a fracturar el mercado gracias a su capacidad para ofrecer novedades de forma casi constante, sin preocuparse de acumular un stock peligroso de una cerveza que puede no funcionar excesivamente bien. Porque el cervecero snob prefiere mil veces tomarse una pinta de una cerveza que todo el mundo critica antes que comprar la misma cerveza embotellada. Y aunque la birra no sea excelente, hay más posibilidades de que se liquide un barril de 30 litros en un taproom de diez tiradores que una caja de doce cervezas en una tienda.

Y así llegamos al verdadero quid de la cuestión:

Lo que para unos es fragmentación, para otros es fractura.

Empezamos con el elaborador modesto, que no puede permitirse el perder cuota de mercado, y tiene que entrar en el juego sí, sí o sí. Es uno de los más perjudicados, ya que en ocasiones va a tener que desviar recursos a la experimentación y la elaboración de engéndrulos birrensteinianos (©el nene, que pa eso me he inventado los palabros) cuando lo que de verdad necesitaría es continuar elaborando aquella cerveza que tan bien vende y es la base de su catálogo. Pero claro, siempre le quedará la duda de si limitándose a elaborar lo que vende bien está perdiendo presencia en los lineales. Así que se suma al carro y se lanza.

El elaborador consolidado, que tiene tres o cuatro referencias fijas con una cuota de mercado importante, puede permitirse estas veleidades de vez en cuando sin que le resulte asumir algo más que un riesgo marginal, y sin que afecte a su producción normal.

Después nos encontramos al distribuidor, que muchas veces es el primero que se la juega al incluir en sus catálogos productos que no sabe cómo van a ser acogidos por sus clientes, los minoristas. O que en ocasiones van a tener que jugar el papel de malo y primer filtro, si considera que aquella cerveza va dedicada a un modelo de explotación comercial con la que no trabaja (por ejemplo, una cerveza de aspiraciones gastronómicas no se venderá bien en una cadena de distribución que se centre en bares y comercios minoristas, y una cerveza muy experimental y efímera será siempre más difícil de colocar en un circuito de hostelería y restauración gourmet).

Ya he comentado antes la disyuntiva a la que se enfrenta el comerciante minorista, que muchas veces no sabe cómo reaccionar al aluvión de novedades que cada semana aparecen. Y quien se siente menos amenazado o afectado por esta situación es sin duda el hostelero que gestiona un bar con un buen número de tiradores... Le da igual un poco igual qué cerveza pinche: si la birra es mala la va a agotar igual que si es buena, y en el mismo tiempo, siempre que sea una novedad. Si esta no obtiene una buena crítica, con no volver a traerla asunto arreglado. Y si triunfa, en un futuro y si se sigue elaborando, se pensará si traerla.

Y acabamos con el consumidor, que muchas veces no sabe o recuerda si esa birra de Chichinabuzson de Rekjiavik (mi marca de referencia internacional) es una novedad, un restyling, una serie limitada basada en algo que conoce o la misma mierda por la que pagó una pasta hace seis meses y le provocó cagaleras durante tres días. Si es un coleccionista de etiquetas, chapas o botellas, puede que compre una o dos referencias en la tienda, y ante la duda, le hará una foto, consultará su base de datos, y cuando vuelva a comprarla posiblemente esté ya agotada. Si es en una bar multitirador, lo más probable es que le dé una oportunidad para ver si se le refresca la memoria.


¿Tiene solución esta situación?


Mejor no preguntemos eso.

En realidad la pregunta debería ser ¿de verdad alguien quiere que esta situación cambie?

Porque no nos engañemos: a todo el mundo le gusta descubrir cosas nuevas. Vale, muchas veces podemos renegar de esta o aquella cerveza que nos ha defraudado, ya sea porque su relación calidad/precio está muy descompensada, o sencillamente porque el hype generado nos ha despertado unas expectativas que no se han visto cumplidas por el producto final.

Sí, es cierto: cada vez se leen más comentarios críticos con el precio de la cerveza de elaboración tradicional. Pero los mismos que empiezan a quejarse de que encuentran excesivo pagar 3 euros de media por un botellín de 33cl de cerveza de elaboración tradicional en una tienda especializada, pagan 3,25 por una cerveza de proceso industrial en el Frankfurt del centro comercial cuando va a cenar al salir del cine...

Y son los primeros que cuando Chichinabuzson de Rekjiavick anuncia una novedad se plantan en su tienda de referencia, dando saltitos de impaciencia y con los ojos brillantes mientras le preguntan al dependiente ¿latienes? ¿latienes? ¿latienes?

Salus et Birras...

By Mikel...

miércoles, 30 de marzo de 2016

#La Ronda 40: De Jueces y Jurados

Nueva edición de La Ronda, promovida en esta ocasión por Iker Moreno del blog Cervecerías de España, que se centra en el súbito estallido de jueces certificados por el BJCP, hasta el punto que parece que pegues una patada a una piedra y te salgan cuatro de debajo.

¿Es cierto que hay demasiados jueces de reciente certificación para el mercado cervecero español? Echemos un vistazo rápido al tema, a ver qué conlusiones podemos sacar...


El BJCP, sus jueces y sus audiencias


Partamos de la base que mucha gente no tiene ni puta idea de lo que es el BJCP, o desglosado y traducido, el Programa de Certificación de Jueces de Cerveza. Ya está. El misterio desvelado: se trata de un programa para asegurar que todos los jueces de cerveza del mundo mundial sigan los mismos estándares a la hora de emitir sus sentencias. Y para asegurar que se cumplen esos criterios, emiten una certificación.

La organización que respalda dicho programa respondiendo a las mismas siglas, tiene una sola misión, aunque ni ellos mismos sean capaces de describirla en menos de tres puntos bastante confusos: aumentar el disfrute que se hace de la cerveza. Pero claro, como ya he dicho, ellos mismos no son capaces de simplificar y sintetizar hasta el mismo nivel que yo, y lo describen de esta manera:

  • Animar al conocimiento, entendimiento y apreciación de los diversos estilos de cerveza, sidra e hidromiel del mundo.
  • Promover, reconocer y avanzar en la cata de cerveza, sidra e hidromiel, su evaluación y en las habilidades comunicativas relacionadas.
  • Desarrollar herramientas estandarizadas, métodos y procesos para estructurar la evaluación, la ordenación, y la respuesta a cerveza, sidra e hidromiel.

Lo dicho: aumentar el disfrute que se hace de la cerveza. Y de la sidra. Vale, y también de la hidromiel.

No obstante, si nos fijamos bien en la descripción que la organización hace de los objetivos, nos damos cuenta de una cosa sin apenas importancia aparente. Se habla de medios y herramientas. Se habla de mejora. Se habla en términos objetivos y absolutos. No se habla en ningún caso de la percepción subjetiva que implica el disfrute en sí mismo...

¿Cómo puede este programa incrementar el disfrute de la cerveza de quienes lo siguen?

Este no es su objetivo. ¡Oh, sí, puede ayudar a una persona a ser más consciente de las características de la cerveza que se está tomando, por supuesto! Pero este no es su objetivo.

Su objetivo es el de servir como vara de medir a la hora de señalar qué cervezas son cualitativamente hablando mejores, más fieles al estilo que dicen seguir, y ayudar a consumidores y elaboradores a mejorar SU percepción personal y subjetiva de lo que es objetivamente correcto o incorrecto.

Simplificando: su objetivo es ayudar a que los demás disfrutemos más de la cerveza.

Y para ello, entre otras herramientas interesantes, disponen de una de las guías de estilos más completas que se pueden encontrar, donde cada estilo de cerveza reconocido por la organización está descrito de forma exhaustiva, basándose en parámetros objetivos y con multitud de ejemplos que pueden servir como referencias. Pero ojo: es una herramienta que podemos utilizar objetivamente como guía descriptiva, para saber si una cerveza se corresponde con el estilo que dice ser o no. No es una guía de cata que nos indique como hemos de percibir la cerveza.

Es una herramienta diseñada para ser utilizada por jueces y fabricantes, no para que el consumidor final la use como guía a la hora de disfrutar de la cerveza.


La invasión de los Jueces Certificados


Recientemente parece que en nuestro país se ha producido un desembarco masivo de jueces certificados por el BJCP. Una percepción, posiblemente, errónea.

Esta percepción puede ser errónea, ya que en realidad este mundillo es bastante pequeño, y nos conocemos, si no todos, sí muchos. Y oye, en seguida nos damos cuenta de que, entre nuestro círculo de amigos y conocidos, hay muchos que alardean (con razón, he de admitirlo) de su flamante acreditación como juez de cerveza certificado. Pero eso no quiere decir que haya demasiados. Ni tan siquiera muchos. Quiere decir que, entre nuestro círculo de conocidos, la implicación con el mundillo de la cerveza, sigue alcanzando nuevas cotas.

No dudo de que muchos de los que han seguido el curso de capacitación y han hecho el examen, estaban movidos por la curiosidad y las ganas de aprender. Alguno habrá que piense que esos conocimientos adquiridos le ponen al mismo nivel que un sumiller experimentado en vinos (algo completamente erróneo y contrario a los objetivos del BJCP). Pero en realidad bien poco les va a ayudar a disfrutar de la cerveza, a menos que sean capaces de separar la evaluación técnica objetiva de la percepción sensorial subjetiva.

Es al resto de nosotros, meros consumidores o elaboradores de cerveza, a quienes pueden ayudarnos a elegir o mejorar la cerveza. Es a nivel de concursos y catas dirigidas donde pueden acabar de explotar sus conocimientos, y cumplir con los objetivos del programa:

  • Animar al conocimiento, entendimiento y apreciación de los diversos estilos de cerveza.
  • Promover, reconocer y avanzar en la cata de cerveza, su evaluación y en las habilidades comunicativas relacionadas.
  • Desarrollar herramientas estandarizadas, métodos y procesos para estructurar la evaluación, la ordenación, y la respuesta a la cerveza.

Y así, actuar como filtro entre productores y consumidores, proporcionando a unos y otros la información necesaria para que, la cerveza que disfrutemos en el extremo más alejado de la cadena, sea exactamente lo que podemos esperar de ella.

Ya va siendo hora de que los fabricantes dejen de alardear de los premios del ITQI y empiecen a exhibir certificaciones BJCP en sus campañas de marketing. Ya va siendo hora que dejemos de utilizar calificativos como La Mejor Mierda Aromática del Mundo Mundial Según Paco, Lolo y Benito Carambolo, que se basan únicamente en criterios subjetivos y en comparaciones entre productos presentados a un certamen ignoto para la mayoría de consumidores, y pasemos a utilizar baremos cualitativos estandarizados como Estilo Certificado por el BJCP, que nos hablan de la fidelidad a un estilo concreto y de las características que podemos encontrar en el producto en cuestión.

Y a estas alturas, creo que no hay demasiados jueces certificados, sino que faltan oportunidades para que se pueda aprovechar el objetivo del programa. Y falta un criterio unificador para decidir cómo se aplican dichos objetivos a nuestro día a día cervecero.

Como siempre, en nuestro país, da la impresión de que hemos echado a correr antes de aprender a andar.

Una impresión que corre el riesgo de calar muy honda si no le ponemos un remedio rápido.

Y en este caso, el remedio, pasa por poner a currar a esos jueces certificados de forma ordenada y coordinada, y no dejar a cada uno a su bola emitiendo veredictos en Untapd y Ratebeer que poco o nada van a ayudar a mejorar nuestra industria de la cerveza artesana.

Salus et Birras...

By Mikel...

miércoles, 9 de marzo de 2016

La resaca del BBF16... Y no precisamente por disfrutar de la birra...

Vaya por delante una sola cosa: esta es MI opinión sobre la quinta edición del Barcelona Beer Festival celebrada este año. Solo eso. Mi opinión. Como tal, puede estar equivocada...

No, equivocada nunca. Las opiniones ni aciertan ni se equivocan, solo reflejan la percepción subjetiva que se tiene sobre algo. Puede que mi opinión difiera de la de otras personas. Posiblemente su experiencia también difiera de la mía.

Y que quede claro que mi experiencia se circunscribe a lo que viví el único día que pude visitar el festival, el domingo. Eso no sirve ni de excusa ni de agravante: es solo un hecho que creo se debería tener en cuenta.

Al tajo...


Antecedentes: La Ronda #39


Previa a la celebración del evento, la organización solicitó la colaboración de diversos blogueros para publicitarlo, dedicando entradas en la iniciativa colaborativa conocida como La Ronda. Para ello, recibimos un listado de las cervezas participantes, para que pudiésemos elegir de cuales hablar cada uno de nosotros.

Al echar un vistazo al listado me di cuenta de algo que me inquietó bastante... La participación de cervezas catalanas o españolas era muy baja. Me inquietó, pero no le di demasiada importancia. Estaba más centrado en mi colaboración.

Y sin embargo, seguía apostando por festival...


Una App decepcionante


La víspera de mi asistencia al BBF, un cliente de confianza, a la sazón mi cuñado, me informó de la existencia de una aplicación para móvil que permitía un seguimiento de los tiradores y las cervezas pinchadas en todo momento. Me animo y entro en la Playstore de Google para descargarla. Mientras se descarga me entretengo en leer los comentarios. Negativos. Casi todos. La gran mayoría se quejan de que no está en catalán. Bueno, pienso yo, es motivo de queja pero no creo que sea para tanto. Hay también comentarios que se quejan de su lentitud. Y uno muy animado de un usuario cuyo nombre no revelaré, pero que parece muy entusiasmado porque detecta el lenguaje del sistema.

Lo acabo de instalar y lo arranco.

Primera sorpresa... Es muy lento en todo. Vamos a ver, mi terminal no es de última generación, pero es un Galaxy S5... Y el programa va más lento que algunos juegos potentes y exigentes en gráficos... Hasta el punto de creer que la interfaz táctil no funciona.

Segunda sorpresa... La interfaz está en inglés... Sí, sí, en inglés... Ni catalán, ni castellano...

Tercera sorpresa... Las descripciones de las cervezas sí que están en el lenguaje de sistema del terminal (catalán en mi caso), pero los mensajes del sistema del programa están... En castellano...

En fin, una App decepcionante, y con poco uso real, ya que si quieres saber la cerveza que hay pinchada en cada tirador... Es porque estás en el recinto... Y la pizarra era bastante visible... ¿Se pensó tal vez como complemento del libreto, o como su substituto, ya que incluía la información de las cervezas pinchadas? Vale. No voy a entrar a valorar su utilidad. Pero su funcionalidad dejaba mucho que desear.


Entrada para profesionales: buena idea, con un desarrollo insuficiente


Este año la entrada para profesionales tenía en cuenta la necesidad del empresario del sector de catar muchas cervezas sin perder la objetividad. Para ello, contaban con una copa más pequeña con la que podían catar una cantidad de cerveza inferior a la del público en general, a un precio también más reducido. Además de poder acceder a las áreas y actividades exclusivas destinadas a aquellos que tienen en la cerveza un interés económico.

Gran idea.

Lo que no me parece tan grande es que la entrada para profesionales estuviese limitada a aquellos que podían acceder los tres días, no contemplándose la posibilidad de que algunos de estos profesionales no pudiesen hacerlo. Creo que no hubiese costado demasiado ofrecer la posibilidad de contar con el mismo trato aunque solo visitases el Festival uno solo de los días... Sin tener que pagar por los tres.

Algo a tener en cuenta para el futuro...

¿Barcelona? Beer Festival


Cualquier al leer este titular, seguido por el subtítulo Festival de Cervesa Artesana, pensaría en que la presencia de cerveza artesana procedente de la provincia que le da nombre sería mayoritaria...

Pero la dolorosa realidad es que solo el 13,5% de las cervezas presentadas eran producidas en Barcelona o provincia, o lo que es lo mismo, cuarenta y nueve de trescientas sesenta y una. Proporción que sube a un 19'7% si contabilizamos todas las cervezas catalanas en su conjunto (setenta y dos referencias).

¿Supone este hecho por sí mismo una razón de queja? Puede que no, o al menos no para mucha gente, que tiene la posibilidad de conocer el producto de ámbito local visitando las ferias que se celebran con cada vez mayor frecuencia y presencia de cerveceros artesanos... Y que lo que buscan es catar buenas cervezas internacionales, amparadas por marcas de renombre y bien puntuadas en Ratebeer y similares.

Pero personalmente lo encuentro bastante molesto, la verdad. Sobre todo si tenemos en cuenta que de los tiradores fijos, donde solo se pinchaban cervezas de una marca o referencia concreta, los dedicados a las marcas locales eran minoría.

No creo que buscar una paridad entre las cervezas locales y las de importación pueda resultar negativo para el sector. Sobre todo si, por ejemplo y para fomentar la presencia de novedades para el público especializado, y teniendo en cuenta que el BBF es el primer gran evento cervecero del año, se pactase con los cerveceros la presentación de nuevas recetas en exclusiva.

Pero claro, es solo un punto de vista parcial.


¿Cerveza mediocre, o barriles en mal estado?


Hay una cosa que tengo muy clara como comerciante: Si una cerveza no está en condiciones para su venta, la retiro. Me da igual si la culpa es del fabricante, del distribuidor, del almacenaje o de los putos gremmlins... Vender cerveza en mal estado perjudica al vendedor, a la marca y al sector.

Por eso yo la retiro de la venta. Y contacto con distribuidor y fabricante para informarles y saber qué ha pasado y qué pasará. Dependiendo de las respuestas, las decisiones a tomar pueden variar.

Suponiendo que esta es la actitud que debería imperar entre cualquier profesional del sector que se precie de serlo...

¿Por qué coño me tuve que tragar tres birras mediocres, dos de ellas completamente planas (que se fueron por el desagüe del lava vasos), la tercera sencillamente mala por diseño, una que ni fu ni fa, aunque la firmase De Molen y tenga un 99 en Ratebeer (esto es subjetivo, pero bueno, fue una chinita más), y solo dos de las siete cervezas que caté eran medianamente decentes?

Por un lado, deja en muy mal lugar el criterio de selección utilizado. No hay forma de saber si el producto que se seleccionó carecía de la calidad mínima indispensable en primer lugar, o si sencillamente es que los barriles estaban en mal estado, o había algún problema con los tiradores.

Por otro, deja en muy mal lugar la profesionalidad de la organización, vendiendo (sí, no olvidemos que cada fichita costaba un euro) cerveza de calidad deficiente (que una cerveza está plana se ve al servirla... no hace falta ser un experto para darse cuenta, y no, eso no se puede debe vender). Esto le pasa a un bar y se va a la mierda en dos meses... Pero claro, había más cervezas para probar, ¿verdad? ¿Qué más da si hay unas cuantas malas? ¡Será culpa del fabricante!

Pues no. No estoy de acuerdo.

Un festival que presume de excelencia, ha de buscarla en todos y cada uno de los aspecto relativos al desarrollo del mismo.

Me niego a creer que un cervecero, siendo conocedor de que su producto no está en buenas condiciones, lo envíe como si tal a un evento con tanta visibilidad mediática como el BBF. Sobre todo por lo poco que cuesta forzar la carbonatación de un par de barriles para salvar la cara. Y que conste que me refiero solo al hecho de que estuviesen mal carbonatadas... Si las recetas eran mediocres de entrada, la responsabilidad tampoco recae sobre el cervecero (que a lo mejor no da para más y está convencido de que su birra es cojonuda), sino sobre el criterio de selección previa.

En cualquier caso, el único responsable de que se sirviesen cervezas en mal estado o con una calidad por debajo de la media, es la organización. No hay que mirar para otro lado ni buscar culpables. Solo responsables, que no es lo mismo. Responsables que deberían haber parado el servicio de esas cervezas en cuanto se vio que no estaban en condiciones óptimas de servicio, ya fuese por indicación de alguno de los asistentes, por apreciación empírica (repito: una cerveza plana se ve al servirla, tanto en la formación de la espuma, como en la cara del que se lleva el vaso) o por prueba in situ de alguno de los colaboradores (algo que debería ser una obligación cada vez que se cambia el barril, desde mi punto de vista, claro).


Quejas, quejas, quejas...


Parecería por mis palabras que solo tengo quejas sobre el Barcelona Beer Festival...

Y vive Byggvir que el domingo así fue... Llegué a casa muy, muy cabreado... Tan cabreado, que para desconectar de todo decidí ver la preview de Macross Delta (mis aficiones y frikismos no vienen a cuenta... excepto para dejar constancia de que necesité desconectar de forma total y absoluta para evitar ponerme a vomitar bilis en estas mismas líneas). Vale, leído lo leído, funcionó bastante bien (ya os haré un comentario sobre la preview en mi Facebook personal, por si os interesa). Me relajó lo suficiente como para pensar en buscar explicaciones lógicas más allá de lo obvio, y para decidirme a utilizar un lenguaje y un tono proactivo en lugar de lanzar varias toneladas de termobáricas metafóricas contra la organización, sazonadas con bilis y veneno de Conus Purpurascens...

Gracias a esta desconexión forzada, a posteriori logré racionalizar parte de mi descontento, darle una vuelta a los hechos y verlo desde una perspectiva distinta.

Y así las quejas se convierten en críticas, que aunque puedan parecerlo, no son lo mismo que las quejas.

El BBF es un evento que sigue creciendo. Y estoy convencido de que, por desgracia, crece mucho más deprisa de lo que la capacidad organizativa actual de los conductores del certamen les permite si, de verdad, quieren mantener un control y un nivel de excelencia a la altura del nombre.

Sí, se cometieron errores. Sí, fueron muy grandes (desde mi punto de vista). Sí, se dejaron cosas en el tintero. Sí, todavía estamos a tiempo de corregirlo de cara a nuevas ediciones.

Para eso debemos tener en cuenta todos los fallos que se produjeron, ponerlos en perspectiva y buscar la forma más eficaz de solucionarlos.

Y he dicho la más eficaz. No la mejor, ni la más satisfactoria.

Porque la satisfacción es algo subjetivo. Y puede que mucha gente saliese satisfecha del Festival, pese a los errores (curioso, el corrector ortográfico me ha escrito horrores, ¿me estará leyendo la mente?). Pero guiarse solo por su grado de satisfacción, negando los hechos objetivos, solo serviría para que los errores que yo sufrí se perpetúen y repitan ad eternum.

Y eso, estoy muy seguro, en un futuro podría pasar factura al Festival, y por ende, al sector.

¿Cómo arreglaría yo lo que me sacó de quicio el domingo?

No lo sé. No estoy al corriente ni de los esfuerzos ni de los medios con que cuenta la organización. Ni de los criterios seguidos, ni de los compromisos comerciales, ni de tantos y tantos detalles que pueden condicionar uno o varios de los puntos negativos que os he mencionado.

Pero está claro que hay muchas cosas que se tienen que arreglar todavía. Hay mucho trabajo que hacer, muchas decisiones que tomar, y todo un año para hacer los cambios que sean necesarios.

Siempre que las críticas no caigan en saco roto.

Salus et Birras...

By Mikel...

jueves, 4 de febrero de 2016

#La Ronda 39: Las cervezas del Barcelona Beer Festival


Nueva edición de La Ronda, propuesta de nuevo y como viene siendo habitual en estas fechas, por Mikel Rius, organizador y alma mater del Barcelona Beer Festival, que se celebrará en la Ciudad Condal los próximos 4 a 6 de marzo. El tema de La Ronda vuelve a ser el de las cervezas que se presentan en le próxima edición del BBF. Y evidentemente no nos podíamos resistir dar nuestra siempre particular opinión sobre varios puntos estrechamente ligados al desarrollo del mundo de la cerveza de elaboración tradicional hacia un modelo más sostenible de negocio.

Y como no podía ser de otra forma, para variar, nos hemos decantado por una de esas cervezas peculiares, sorprendentes y de indiscutible calidad que tenemos en la tienda.

Se trata de la Segarreta Avet, una Amber Ale elaborada en Santa Coloma de Queralt por Cerveses La Segarreta SCP, que incluye como ingrediente estrella piñas de abeto.


Una cerveza peculiar y sorprendente 

 


La Avet es una cerveza ambarina oscura, tirando a rojiza, densa, con cuerpo, bien carbonatada y que forma una generosa corona de espuma blanca y de burbuja grande y definida, con una persistencia moderada pero que va dejando una hilera de encaje en las paredes de la copa al beberla. Es una cerveza suave, de solo un 5% AVB, de aroma especiado y un amargor contenido, que disfruta de un sabor muy especial gracias a las piñas de abeto, que no solo le proporciona un toque resinoso muy peculiar, sino que además contribuyen con su astringencia a redondear una receta peculiar y muy fácil de disfrutar, que puede recordar en algunos aspectos a la Apol•lo del mismo fabricante, receta de la que es una evolución paralela.


A sabiendas del ingrediente extra cabría esperar un carácter más resinoso, con unos aromas más a trementina o directamente a pino. O al menos eso es lo que yo esperaba antes de probarla por primera vez. Sin embargo este componente olfativo se encuentra muy contenido, siendo equilibrado por el punto especiado de la levadura. A la hora de la verdad, tiene ese puntito resinoso, refrescante, sorprendente, pero sin llegar a ser intrusivo o agresivo en exceso. Sorprende, pero de forma muy agradable y completamente predecible si ya conoces a su madre putativa, la genial Apol•lo. El carácter dulce y maltoso que ha heredado de ella compensa la astringencia y el amargor, siendo muy limpia y seca al final, con ese puntito astringente y resinoso que la convierten en una delicatessen que podría dar mucho que hablar en un futuro.


La Segarreta, una cervecera con marcado carácter local


Con base en Santa Coloma de Queralt, Cerveses La Segarreta es una de aquellas marcas que disponen de un catálogo de cervezas de gran calidad y que por desgracia pasan más desapercibidas de lo que merecen. Una de las peculiaridades de esta microcervecera es el cariño con que trata el producto, utilizando para sus elaboraciones materias primas de calidad, de proximidad, y siempre que le es posible, de cultivo ecológico.

Se trata de una de las primeras cerveceras artesanales que se crearon en Cataluña, que ha ido creciendo poco a poco, ampliando su catálogo y su capacidad productiva al tiempo que crecía su base de clientes. A diferencia de muchas de las marcas que actualmente intentan ganarse un puesto en el mercado, cuenta desde su nacimiento como empresa con instalaciones propias, que se han ido ampliando en función a la penetración de la marca en el mercado.

La Segarreta es una empresa que muy bien podría servir como ejemplo del fenómeno actual de la cerveza de elaboración artesanal en España. Un cervecero, Sergi, que empezó elaborando lotes pequeños en condiciones precarias, con poco más que un equipo de elaboración casera engordado que ha sufrido mutaciones y ampliaciones conforme las necesidades se presentaban, y su cerveza adquiría cada vez mayor notoriedad y difusión. Un cervecero que apuesta por el trato directo con el cliente, que confía en microdistribuidores para dar a conocer sus cervezas, y que ha ido creciendo gracias a la labor de estos profesionales, que han conseguido una penetración importante de sus productos en el mercado catalán, hasta el punto de que su producción actual ronda los 3000 litros mensuales y ya tiene en marcha una ampliación importante de sus instalaciones que incluyen en un futuro próximo una línea de embotellado isobárico.

Cerveses La Segarreta ha madurado siguiendo el camino más duro: ganándose la confianza de sus consumidores a base de calidad y buenas recetas, sin grandes campañas de marketing agresivo ni utilizando premios dudosamente avalados como reclamo para llegar al público. Representan el concepto mismo de Cervecero Artesano, que cuida y mima el producto con la esperanza de que sus esfuerzos se vean reconocidos.


¿Crecer o no crecer? Esa es la cuestión


Naturalmente, este modelo de negocio, tan dependiente de una eficiente cadena comercial para funcionar, necesita crecer al mismo ritmo que crecen sus distribuidores. O lo que es lo mismo: no puede crecer si no crece su red de distribución. Y la red de distribución no puede crecer a menos que pueda alcanzar de una forma u otra al minorista y darle a conocer el producto.

Es por eso que para garantizar el crecimiento de su marca, el elaborador que no cuenta con una penetración suficiente en el mercado debería derivar cualquier aspecto comercial del negocio directamente a sus distribuidores, permitiéndoles crecer para garantizar que, en un futuro, cuando su cerveza esté lo suficientemente consolidada en el mercado, la rede de distribución haya crecido lo suficiente como para mover el producto con soltura. Se trata pues de una relación simbiótica que necesita ser trabajada un poquito más por ambas partes.

Es por eso que en ferias y eventos, cualquier elaborador debería dar de forma automática los datos de contacto de su distribuidor, en lugar de dar los propios a cualquier profesional del entorno que se los solicitase. O lo que es mejor: en cualquier evento promocional que se precie, no solo deberían estar presentes los elaboradores. Deberían, por sistema, estar también representados los distribuidores, de forma que cualquier contacto entre profesionales pudiese derivar en negocio para el cervecero.

Pero claro, para eso, deben crecer también los eventos, profesionalizándose hasta el punto de que no se trate sencillamente de un punto de venta de cerveza donde el público asistente las prueba y evalué. Las ferias y eventos deben empezar a dirigirse hacia el público profesional, hacia el minorista y el restaurador, de forma que si una cerveza te gusta no tengas que buscarte la vida para ver quien la distribuye por tu zona, y puedas salir de la feria con la información necesaria para hacer una implantación de producto en tu negocio en cuanto decidas hacerlo.

Debería llegar el momento en que los distribuidores se involucren en la organización de eventos, no solo a nivel participativo, sino en un auténtico esfuerzo colaborativo que permita al sector madurar y crecer en la dirección correcta. Algo que pudiera muy bien suceder en el marco del Barcelona Beer Festival si la organización cuida este aspecto y proporciona a los profesionales un entorno de contacto sólido y diferenciado, donde las posibilidades de negocio se abran hacia todos los campos.


Resumiendo


Segarreta Avet es un cerveza muy peculiar, sorprendente y fascinante, que merece no solo ser reconocida por su calidad intrínseca, sino que merece tener mayor presencia en puntos de venta. Y para eso, os recomiendo que la catéis en el BBF, y si os gusta, pedidla en vuestro punto de venta habitual.

Si vuestro minorista no sabe cómo conseguirla que hable conmigo... Ya le daré los datos del distribuidor...

Salus et Birras...

By Mikel...

martes, 22 de diciembre de 2015

#La Ronda 38: De distribuidores, precios, burbujas y eso que llaman el hype

Nuevo tema para La Ronda, pagada esta vez por Fernando, del blog Birras a Tutti, que pretende abordar los tres pasos de la cadena de comercialización de la cerveza artesana. En la presentación de la convocatoria se plantea si es necesaria o no esta fragmentación del mercado, preguntándose si realmente se podía ahorrar algún paso intermedio en beneficio del sector...



Zapatero a tus zapatos


Ya me conocéis. A estas alturas ya sabéis que mi opinión es muy clara en este aspecto: que cada cual haga lo que tiene que hacer para que el cliente final pueda disfrutar de la mejor cerveza artesana. Esto significa que el elaborador elabore y se preocupe por la calidad y la disponibilidad del producto, el distribuidor por llevarla desde el punto de elaboración al de venta en el mejor estado posible, y el comerciante o barista en hacérsela llegar al consumidor final de forma que pueda disfrutarla de la mejor forma posible.

Esta fragmentación no solo está justificada, sino que es imprescindible si queremos que el producto llegue a todas partes en el mejor estado posible. Porque si el elaborador ha de perder tiempo distribuyendo, lo tendrá que distraer de otros pormenores más propios del proceso de fabricación de la cerveza (pocas son las micros que pueden permitirse tener una persona encargada en exclusiva de la venta y distribución). Y si es el comerciante o barista el que tiene que dedicarse a visitar a fabricantes para comprarles directamente, el tiempo se lo va a robar a sus clientes, de una forma o de otra, además de que va a generar unas pérdidas considerables al tener que asumir los gastos directos de desplazamientos a la hora de ir a recoger el material, o repercutirlo sobre el precio final de venta.

Por eso es necesaria la figura del distribuidor, que se encargue de comprar la cerveza al fabricante y venderla al minorista, absorviendo los gastos de transporte y almacenaje o prorrateándolos entre los clientes que comparten una misma ruta de entregas, de forma que conserva un margen de beneficio sin que se dispare el precio... O no.


Burbujas y precios hinchados


Sí, es cierto. El margen comercial de los distribuidores es muy bajo. El beneficio lo han de hacer por volumen de ventas, y eso implica vender muchas unidades en una misma ruta de reparto para que los gastos se minimicen y el beneficio se maximice. Eso es algo que los pequeños distribuidores tienen muy claro.

Y los grandes también.

Y mira tú por dónde, suelen ser los grandes distribuidores los que suelen tener condiciones más draconianas a la hora de distribuir cervezas.

Suelen ser estas grandes empresas de distribución las que se aprovechan de sus exclusivas en marcas y productos para imponer mínimos de distribución. Esto, en realidad, no me parece mal. Recordad lo hablado algo más arriba: el transporte es caro. Si no haces un pedido mínimo, no les sale a cuenta absorber estos gastos, y en ocasiones te los repercuten. En otras ocasiones, directamente no te distribuyen. Y repito, no lo veo mal. Es su modelo de negocio.

Lo que sí que veo mal es la práctica de firmar contratos en exclusiva para la distribución de un producto en concreto.

Para el elaborador, que una gran distribuidora te ofrezca un contrato de compra de todo un lote de tu producción es una bicoca. El problema es para el pequeño distribuidor que lleva meses picando piedra para colocar el producto en diversos puntos de venta, dando a conocer sus cualidades y abriendo el mercado a la marca. Para después encontrarse con que toda la venta que solía hacer de esas referencias compradas ahora por la gran distribuidora en exclusiva la va a perder.

Por no hablar del minorista que no trabaja con esta gran distribuidora, que va a perder la oportunidad de trabajar esta marca o referencia en concreto que se vendía mediana (o extremadamente) bien. O si quiere seguir trabajándola y ofreciéndola a sus clientes, se va a ver obligado a dejar de comprar referencias en las que confía y vende bien, en favor de referencias del catálogo del distribuidor que ha conseguido la exclusiva, sencillamente para agrupar un pedido que le permita volver a ofrecer a su clientela ese producto que les gusta tanto...

Y el perjudicado acaba siendo siempre el mismo, el consumidor final, que ve como poco a poco algunas marcas minoritarias pero con una calidad intrínseca muy alta acaban desapareciendo de los puntos de venta, sencillamente porque a los grandes distribuidores no les interesa moverlas. Estas grandes cervezas acaban siendo substituidas por otras cada vez más comunes y fáciles de encontrar porque el minorista, obligado a trabajar con el titular de la exclusiva, necesita engordar sus pedidos para que le salga a cuento seguir comprando la marca en cuestión.

Y entonces, una vez que tienen su cuota de mercado bien definida, es cuando las grandes distribuidoras empiezan a especular con los precios.



Queremos ser, queremos ser, burbujitas del anuncio de Freixenet...


No nos engañemos: todo el mundo quiere ganar pasta. Esto es un negocio. No es caridad.

Lo que es vergonzoso es que una gran distribuidora (de la que podría decir el nombre sin problemas, ya que tengo pruebas documentales para apoyar mis afirmaciones, pero que paso de nombrar por no hacerles publicidad gratuita) te venda la moto con una lista de precios hinchada en casi un 30%, prometiéndote un descuento de hasta el 20% sobre la tarifa a partir de cierto volumen de ventas, y que si les dices que el precio está hinchado te llamen mentiroso a la cara...

Porque oye, yo trabajo con varios distribuidores, y casualmente se que algunos elaboradores tienen precios mínimos de venta. Si la misma referencia es un 30% más cara en tu listado, ¿está hinchada o no lo está tu tarifa?

Pero lo que clama al cielo es encontrar referencias que están a un precio de venta al público más bajo, impuestos incluidos, en puntos de venta minorista (grandes superficies) que en la tarifa del distribuidor... ¡Y que encima el comercial tenga los santos cojones de decirte que no puede ser!

En ese momento es cuando la vena se empieza a hinchar y sumando dos más dos te das cuenta de que el resto del catálogo tiene que estar también muy hinchado. Muchísimo. Y de la vena la hinchazón pasa a otra parte de la anatomía, generalmente masculina (aunque se de chicas que mencionan el mismo fenómeno en el análogo de la anatomía femenina, y por razones similares), que suele utilizarse para tomar decisiones en caliente con resultados catastróficos en ocasiones.

Precios vistos el pasado 11 de noviembre en un centro comercial próximo a mi domicilio y a donde tenemos la tienda... ¿Véis los recuadros de color? Pues los colores se corresponden con los de las referencias de la tarifa que reproducimos a continuación...
Tarifa de un conocido distribuidor donde se indican, en la segunda columna por la derecha, los precios de distribución por unidad de algunas botellas de 75 cl... Los precios no tienen IVA, como se puede leer al pie de la tarifa. Sumadles el 21% del impuesto y el 5,2% del Recargo de Equivalencia (que pago por ser tienda) sobre la base imponible y sabréis cuanto tendría que pagar yo por ellas sin tener en cuenta el supuesto descuento que me harían... El resto lo he emborronado por respeto a los compañeros de profesión que decidan trabajar con este distribuidor en concreto... Aunque hinche los precios para comerciantes minoristas y les diga a la cara que no es posible que en tal o cual sitio lo tengan a ese precio que me dices...

Porque las grandes distribuidoras compran más barato gracias al volumen de adquisición. Aun manteniendo el precio de distribución mínimo marcado por los fabricantes (que los marquen), el beneficio por botella es superior al que obtiene un pequeño distribuidor. Y te lo hinchan. Mucho. Hasta el punto que no puedes competir con la misma referencia en precio con una gran superficie... Porque también distribuyen a grandes superficies... Y si en la gran superficie, el producto lo tienen más barato que en la tarifa a minoristas, ¿a qué precio se lo han vendido para mantener el margen de beneficio?


El fenómeno de la burbuja


Ya hemos descubierto quien es el responsable de la burbuja en los precios de la cerveza artesana: el distribuidor con pocos escrúpulos que hincha los precios al comercio minorista, quien a su vez lo ha de repercutir sobre el consumidor final sí o sí... O dejar de trabajar esas cervezas por no pagar los precios de este distribuidor.

Pero lo peor es que al final los distribuidores acaban todos en el mismo saco, una suerte de coco de cara al consumidor final, que tiene la culpa de todos los males habidos y por haber en el sector... Cuando en realidad los causantes de todo el problema son una minoría de distribuidores que con su mala praxis crean una situación que acabará a medio o largo plazo por desestabilizar un sector que, no lo olvidemos, en España no ha salido todavía de la precariedad lógica de esos primeros pasos titubeantes.


¿Cómo combatir la burbuja? ¿Hay algo que podamos hacer al respecto?


Sin un frente común en el que todos rememos en la misma dirección es imposible acabar con las burbujas y el hype.

Porque no me he olvidado del hype.

Y porque las cervezas más exclusivas suelen estar en los catálogos de los grandes distribuidores por razones obvias. Y muchas de ellas, acaban pasando por las manos de aquellos que hinchan de forma descarada sus precios. Y si lo hacen con un producto más o menos fácil de encontrar... ¿A caso no lo van a hacer con las cosas más exclusivas y que nadie más distribuye? Con lo cual, el hype, la exclusividad, el postureo, acaba redundando, una vez más, en su beneficio.

Por eso hay marcas que no traigo a la tienda.

Marcas conocidas, pero que tienen contratos en exclusiva con ciertos distribuidores, con los que no me da la gana trabajar ya que considero sus políticvas comerciales inapropiadas, o en el mejor y más generosos de los casos, economicamente demasiado agresivas con mi modelo de negocio.

Distribuidores que me pueden tomar por tonto si quieren; nunca he sido de los que se ofenden por ello.

Pero por mentiroso, a mi no me deja nadie.

Y mucho menos a la cara.

Pero oye, eso no quiere decir que todo el mundo deba hacer lo mismo. Si te gusta pagar más por la exclusividad de tres o cuatro referencias, es tu dinero... Y el de tus clientes.

Salus et Birras...

By Mikel...

lunes, 23 de noviembre de 2015

#La Ronda 37: Postureo cervecero

Postureo, también conocido a lo largo de la historia como fantasmeo, vacile, ir de listo, tirarse el moco, dárselas de experto... En resumidas cuentas, pretender ser un entendido en un campo concreto teniendo, a lo sumo, un conocimiento superficial de la materia.

Nada nuevo bajo el sol, vamos.

Porque fantasmas, vaciletas, listillos, filósofos de la barra y expertos de carajillo los ha habido y los habrá siempre. Sobre todo en campos populares. ¿A cuántos entrenadores de cafetín conocéis, que el lunes por la mañana ponen a parir al entrenador de su equipo de futbol si este ha perdido el último partido jugado? ¿Cuántos analistas de andar por casa se permiten criticar la actitud de tal o cual político, ofreciendo soluciones socioeconómicas descabelladas que a nadie le interesan? ¿Cuántos expertos en política internacional se permiten criticar la actitud de los países occidentales en el conflicto sirio, sin tener ni puta idea de lo que es una guerra?

Fantasmas todos. Vaciletas. Listillos. Enteraos del Porompompero. Posturistas.

Gente que necesita reafirmar su baja autoestima mostrándose mejores que alguien en algo. Y cuanta más notoriedad tenga ese algo, mejor. Y oye, Internet y las redes sociales dan pie a que cualquier mindundi exprese su opinión frente a miles, millones de personas. Y les permite alcanzar una notoriedad que antes no podrían obtener, limitándose a expresar lo que creen pensar en el bar de debajo de casa, frente a la máquina de café en la oficina, en torno a una cerveza con los colegas.

Y aun peor: Internet abre la puerta a aquellos que en circunstancias normales, dadas sus nulas habilidades sociales, no se permitirían dar su opinión en público frente a interlocutores de carne y hueso. Internet y las redes sociales les proporcionan el anonimato de los nicknames, permitiéndoles vivir una vida falsa, en la que se creen personas poderosas ya que su opinión es leída por muchas personas, que pueden o no compartirla, pero que la tienen en cuenta. Y desaparece el fantasma. Desaparece el vacileta. Y solo queda el posturista, oculto tras la aséptica opinión escrita que se puede llegar a propagar de forma viral por todo internet, otorgándole esa falsa sensación de poder.

Y opinan sobre aquello que les permita alcanzar una mayor notoriedad. Sobre videojuegos de moda. Sobre la última película estrenada que haya causado expectación. Sobre la última serie que arrasa audiencias. Sobre, a efectos prácticos, todo aquello que esté de moda.

Y entonces descubren la cerveza artesana.

Y descubren que hay todo un mundo por explorar, que está empezando a agitarse y crece a buen ritmo.

Donde hace falta gente con opiniones formadas para guiar a las masas ignorantes.

Donde las masas huérfanas de información y opinión propias necesitan conocer y compartir su postura al respecto.

Todo esto, visto desde su particular punto de vista, por supuesto.


Ni bueno, ni malo, sino todo lo contrario


Ya sabemos lo que es un posturista, qué le mueve, por qué hace lo que hace. Pasemos a analizar su influencia en el mundo de la cerveza artesana.

Para empezar, dejemos claro que el fenómeno del posturista en nuestro campo es ligeramente distinto de las últimas digievoluciones que han convertido al típico fantasmilla filósofo de cafetín en el posturista de hoy, It-Boy o It-Girl* viral de Internet sin vida propia fuera de la pantalla. Y es que la cerveza viene asociada a una relación social vinculada a su consumo en público. Por eso en el mundo de la cerveza artesa haríamos bien en diferenciar entre dos tipos de posturistas, a los que llamaré el Catador Snob y el Bloguero Valiente.

El Catador Snob es un posturista que dispone de un amplio círculo de seguidores, ya sea en la vida real o en cualquiera de las redes sociales en que se mueven sus alter egos digitales. Suele ser el típico fantasmilla, listillo o enterao del Porompompero que siempre tiene una opinión formada sobre todo, pero que en este caso concreto no se limita a compartirla, lo que de por sí ya sería bastante agobiante, sino que además trata de evangelizar a todo el mundo. Y no se limita a hacerlo en el bar con sus colegas. Extiende su actividad a las redes sociales y aplicaciones móviles más populares. Porque , hey, ¡es todo un experto! ¿Cómo puede la gente no darse cuenta de que SU opinión es la única que cuenta? ¿Cómo pueden vivir los demás sin sus sabios y razonados consejos y opiniones?

Vale, reconozco que yo he pasado por esa fase durante una breve temporada. En mi defensa diré que estaba promocionando mi tienda, y mi labor evangelizadora no era más que una mala estrategia de márketing. Le di carpetazo en cuanto un colega me mostró lo equivocada de mi actitud de una forma bastante expeditiva: me bloqueó en Facebook. Seguimos siendo amigos.

El Bloguero Valiente, por otro lado, carece de las habilidades sociales necesarias para esparcir sus vastos conocimientos sobre las masas ignorantes en persona. No se relaciona con otros aficionados a la cerveza artesana, ya sea porque no puede físicamente, o porque no se atreve. Eso no importa. No lo hace. O lo hace de forma muy limitada. Y su necesidad de evangelización se vuelca por completo en las actividad on-line.

Por mucho que yo lo etiquete como Bloguero Valiente, en realidad este tipo de posturista no tiene por qué mantener un blog. Vale, muchos lo hacen, pero no es obligatorio. No con la cantidad de redes sociales y aplicaciones móviles que existen, que le permiten expresar su opinión sin la necesidad de pararse a escribir en una bitácora. Son los típicos opinadores que se dedican a emitir sus juicios sobre esta o aquella cerveza, juicios muchas veces adulterados por las opiniones de terceros o las circunstancias concretas en que el producto ha llegado a sus manos, de forma exhaustiva y casi fanática. Es el típico personaje que analiza, categoriza y puntúa cada cerveza con minuciosidad, cuyas opiniones muchas veces parecen completamente arbitrarias o aleatorias a aquellos que han probado el mismo producto que analiza con tanta prolijidad, pero que para quien no conoce el producto, puede parecer una guía fiable en el proceloso mar de la cerveza artesana.

Pero pasemos a lo verdaderamente importante: ¿Es perjudicial el postureo para la cerveza artesana?

Pues no, la verdad. No es perjudicial, en tanto en cuanto sepamos identificarlo como tal. Lo perjudicial es que no siempre es posible reconocerlo, sobre todo en el segundo caso.


Contra el postureo, formación, o al menos, información


El mayor riesgo que representan los posturistas afecta a las bases de los que se inician en este mundillo. A aquellos que, movidos por la curiosidad, buscan información de primera mano. Y si tropiezan con uno de estos personajes, van a ver su experiencia empañada por unas opiniones condicionadas por el prisma del gurú al que decidan seguir. Gente curiosa, sin una opinión formada todavía, que se van a ver influidos, de forma positiva o negativa, por los consejos más o menos bienintencionados de aquel que solo busca notoriedad y aceptación. Y oye, si se trata de un Catador Snob es algo más fácil descubrir donde acaba el disfrute y donde empieza el esnobismo. Determinar la fina línea divisoria entre lo que es una opinión personal y qué es puro espectáculo para impresionar a la concurrencia con unos conocimientos que pueden o no interesar al interlocutor. Pero en el caso de un Bloguero Valiente... La falta de interacción personal limita mucho la capacidad de discernimiento del novato, impidiendo separar el grano de la paja y descubrir los límites entre la opinión sincera y el postureo. Y pueden ser estos posturistas los que más daño hagan al sector.

Porque una cosa es que alguien te haga probar una Descantillated Big Fucking Reserve de Chichinabuznesson From Rekjiavic en un bar, elogiando unas cualidades organolépticas que puedes encontrar o no en la cerveza, una calidad intrínseca con la que puedes coincidir o no. Otra muy distinta es que leas una opinión en Birratrasiegapuntuaygana.com que dice que la Muchamielda Diaerrilla Tocapelotingas Stout de Chichinabez de Matalascañas es una puta mierda pinchá en un palo, y que treinta personas le hayan dado un Me Mola a esa opinión.

En el primer caso puedes formarte una opinión documentada de primera mano sobre el producto en cuestión y sobre el opinador en concreto, en tanto en cuanto puedes contrastar tu experiencia personal con sus argumentaciones más o menos fundadas. En la segunda, a menos que seas un cervezófago bregado y sin una pizca de miedo o vergüenza en el cuerpo, corres el riesgo de aceptar como buena la opinión de esas treinta personas que han secundado la opinión del Bloguero Valiente, y no probarás una cerveza que en su momento no gustó a una persona que, tal vez, ese día tenía un resfriado de aupa, la probó tras meterse entre pecho y espalda una 100.000 IBUs Muthafucka Black Pocking IPA de Molamucheller que le dejó el paladar y la lengua en coma profundo durante dos días, le habían sentado mal los churros con chocolate del desayuno o sencillamente, Chichinabez de Matalascañas es un fabricante que le cae como el culo. Y oye, igual te pierdes el cervezón de tu vida.

Y a lo peor, Chichinabez de Matalascañas, una joven y prometedora cervecera ovetense que pretendía hacerse un hueco en el proceloso mar de la cerveza artesana a base de excelentes y trabajadas recetas, ve como caen en picado sus ventas por culpa de las opiniones vertidas por este y otros Blogueros Valientes, propagadas sin control de forma viral gracias a este fantabuloso medio que es Internet, puestas a disposición de quienes conocen y quienes desconocen el mundillo por igual. Y desaparece como marca, acabando con los sueños de quienes pusieron toda su ilusión en forjar de la nada una empresa, y dejando huerfanitos a todos los que decubrieron en su catálogo de productos las excepcionales birras que elaboraban.

Por eso es importante contrastar la información obtenida de terceros con las experiencias personales. Y nunca fiarse de estas opiniones, por fundadas y documentadas que parezcan, al cien por ciento. Porque oye, un mal día lo tiene cualquiera, y de una birra te puede salir rana una sola botella de todo un lote (a mi me salieron tres botellas contaminadas de mi última elaboración, solo tres, de una receta que gustó mucho a quienes la cataron, excepto a estos tres conejillos de Indias voluntarios que se la encontraron ácida). Y un verdadero aficionado no se fía de las primeras impresiones. Ni siquiera de las suyas.


Fenómeno inevitable, peligro esquivable


Como ya he dejado claro antes, el postureo no es un fenómeno nuevo. Siempre ha existido, y siempre existirá. El verdadero peligro que rodea a esta práctica, presuntamente inofensiva, es el creer que cualquier cosa que parezca medianamente razonada o racionalizada es veraz al cien por ciento desde un punto de vista puramente objetivo. Y eso nunca es así.

Nunca, ninguna opinión, es veraz u objetiva en su totalidad. Porque las opiniones se basan en experiencias subjetivas. Y estas experiencias afectan no solo a la forma en que valoramos las cosas, sino que también afectan a la forma en que expresamos nuestra opinión.Y a la hora de escribir, es mucho más fácil esconder los hechos tras líneas y líneas de retórica, de forma que lo que pese más sean las palabras que rodean a la opinión que la opinión en sí. Y viceversa. Las aplicaciones para teléfonos móviles, tan de moda en el momento de redactar este texto, exigen una síntesis de nuestras opiniones completamente desprovista de contexto o matices aclaratorios, dando a la opinión vertida un peso con tendencia al absoluto completamente innecesario y contraproducente.

Por ejemplo, a mí, quienes me conocen, saben que no me gustan las cervezas de fermentación espontánea. Por eso nunca podré juzgarlas de forma objetiva. Puedo, eso sí, reconocer si están en consonancia con el estilo y si ofrecen lo que se espera de ellas basándome en criterios objetivos. Si me esfuerzo mucho, puedo explicar si una de estas cervezas va a agradar a los amantes del estilo o no. Pero nunca con la fluidez y facilidad que lo haré si hablo de una Imperial Stout, estilo del que me declaro un fanático seguidor y amante. Y yo tengo mucha, mucha práctica escribiendo. Pero en una aplicación para movil, como mucho, puedo cuantificar si me gusta, cuanto me gusta, y dejar un breve texto aclarando algún punto.

Por eso nunca haré una crítica catedrática sobre una cerveza. Me limitaré a dar mi opinión y explicar que no es nada más que eso, mía, y si la he de dejar por escrito, será lo más aséptica posible, para evitar caer en maniqueísmos gratuitos. Y preferiré antes darte la opción a probarla y formarte tu propia opinión, que imponerte yo la mia.

Porque paso de postureos. Y creo que tú deberías hacer lo mismo.

Pero no te cortes a la hora de expresar tu opinión. Hay mucha gente a la que puede interesarle lo que piensas. Tu opinión puede ayudar a alguien a tomar una decisión.

Sencillamente, no la expreses como si fuese la única verdad absoluta. No la impongas como si, quienes la vayan a leer, fuesen los acólitos sin criterio de una secta dedicada a ensalzar y compartir tus gustos y opiniones personales, con el único fín de alimentar tu ego y sanar tu maltrecha autoestima.

No me seas fantasma, coño...

Salus et Birras...

By Mikel...

*El fenómeno It Girl, originalmente acuñado para designar a una chica con algo especial, un encanto indefinible y que no se podía explicar, ha mutado y se ha retorcido, y se ha convertido en una moda viral donde chicas y chicos sin nada especial pretenden crear tendencias gracias a sus gustos y preferencias personales. Y algunos lo han conseguido, alcanzando una notoriedad transmedia. El epítome del posturista, vamos.