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Este es el blog de L'Art en Birra, una tienda de cerveza artesana, materiales y equipo para elaboración casera.
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sábado, 24 de enero de 2015

Cerveza artesana para todos los públicos: De la Utopía al éxito

Esta entrada nace a raíz de varias polémicas surgidas en Facebook sobre ciertas cervezas artesanales que ha hecho muchos esfuerzos por pasar por industriales aunque utilizando como gancho su producción artesanal... Y puestos a reflexionar, me he planteado la duda de si es posible hacer llegar la cerveza artesanal al gran público sin que redunde de forma negativa sobre el productor y el mercado.

Porque llegar a un mayor público implica vender más. Y eso debería ser bueno, ¿no? El problema es que existen tantas aproximaciones como productores, y unas se centran en el producto, mientras otras lo hacen en la cadena de distribución.

Pero, ¿de verdad existe una forma correcta de hacerlo?


El producto indefinido


Algunos productores apuestan por un producto que yo defino como indefinido (¿pilláis el juego de palabras?)... Intentan engañar al potencial cliente, ofreciéndole una cerveza que poco o nada se puede diferenciar de una cerveza procesada a nivel industrial, supongo que con la excusa de que al parecerse más al producto al que están más habituados, la van a comprar mejor.

El principal problema que yo le veo a este esfuerzo vano es que generalmente vamos a ofrecer un producto de calidad dudosa, o cuando menos sensiblemente inferior a la de otros productos artesanales, a un precio superior al de la cerveza cuyo nicho de mercado pretendemos usurpar. Un cúmulo de despropósitos, porque lo primero que debemos buscar es una base de clientes fieles que compren nuestra cerveza sí o sí. Y eso solo se consigue marcando una diferencia sobre la competencia.


El marketing agresivo en medios generalistas


Otra aproximación al público no familiarizado con la birra artesana consiste en protagonizar campañas de marketing en medios de comunicación, generalmente de índole local, con la excusa de, no se, pongamos por caso, el haber sido galardonada con el premio a la Mejor Cerveza del Mundo Mundial, premio otorgado por una rimbombante asociación o entidad que apenas nadie conoce, y que sin duda ha sido obtenido por la ausencia de competidores directos de mayor enjundia (no seré yo quien entre a discutir sobre la cualificación o falta de ella de los jueces y jurados de estos premios o certámenes, sus conocimientos intrínsecos o empíricos sobre el producto que juzgan, etc.).

Gracias a la consecución de dicho galardón o premio, se consigue visibilidad en los medios de comunicación menos habituados a tratar estos temas, pero con cierto alcance mediático. Por lo habitual se trata de escuetas notas de prensa, ni siquiera un publireportaje como Byggvir manda, que solo buscan la notoriedad instantánea de su visualización, a veces un mínimo de penetración en el canal de restauración local.

El principal problema de estos intentos por alcanzar notoriedad es que en ocasiones la alcanzan de verdad... Entre quienes tienen una opinión formada sobre el producto en particular, que normalmente no coincide con lo citado en las notas de prensa. En estos casos la publicidad puede ser negativa, y no solo para la marca y la cerveza en cuestión, ya que si el consumidor desencantado no tiene un bagaje lo bastante sólido sobre el que fundamentar la impresión precibida, puede hacerse a la idea de que aquella Mejor Cerveza del Mundo Mundial pude muy bien serlo... Dejando el liston del resto de cervezas que no son la Mejor Cerveza del Mundo Mundial muy por debajo, aun cuando cualquier entendido en la materia llore lágrimas de sangre del puro placer de recordar todos los matices, aromas y sabores que le reportaron cuando las cató.


El canal de distribución masiva


Mucho se ha debatido si el hacer accesible la cerveza artesanal al público de un hipermercado, con sus agresivas políticas de precios, es constructivo o destructivo. Solo voy a hacer una breve reflexión al respecto: si quien suele beber Coronita o Desperados le pega un trago directa de la botella a una Ibuprofano de Reptillian (cervezote donde los haya que espero no llegar a ver nunca en las estanterías de una gran superficie, por cierto) a 3°C, no se arrima a una artesana en lo que le queda de vida.


El canal de restauración


De las cuatro alternativas revisada hasta el momento, esta puede ser sin duda la menos mala de las opciones.

Dejando de lado que necesita un mínimo de formación entre el personal del local donde la pretendamos implantar, al menos para que pueda vender el producto sin cagarla demasiado, es más que probable que el margen comercial que le apliquen a la cerveza encarezca su precio bastante por encima de la media de venta. Sin embargo, si se planifica y estructura bien, nos encontramos con una de las mejores herramientas para hacer llegar nuestra cerveza a un público que puede no estar habituado a las peculiaridades del producto artesanal, pero sin embargo van a poder valorarlo con conocimiento de causa, ya que le van a explicar exactamente qué va a beber, y se lo van a servir en las mejores condiciones posibles para que disfrute de la experiencia.

Es decir, que la mejor forma de hacer llegar la buena cerveza artesanal al público no especializado es, como muchos habéis podido deducir, el bar o el restaurante en el que el personal conozca bien el producto que vende. El problema es cuando el bar o restaurante se convierte en un punto de consumo elitista y especializado, porque en ese caso lo único que conseguimos es llegar al público especializado que ya nos conocía. Y claro, no era eso lo que buscábamos.

De modo que al final de esta reflexión hemos llegado a la conclusión de que la mejor forma de llegar a un público generalista es ofrecer nuestra cerveza artesana, eso sí, de la mejor calidad posible, a través del canal de hostelería no especializado en cerveza artesana.

Abrirnos a ese canal en ocasiones va a ser muy duro, ya que la cerveza artesana parte en desigualdad de condiciones. Es del todo imposible que podamos competir con las grandes cadenas de cerveza procesada de forma industrial a la hora de ofrecer merchandising, instalaciones o precio. Deberíamos buscar compensar esa carencia con la formación del personal y la calidad intrínseca de nuestro producto, de forma que al final sea la satisfacción del propio cliente la que sirva como argumento de venta.

Pero eso en sí mismo ya es material para otra entrada, ¿no os parece?

Salus et Birras...

By Mikel...

sábado, 17 de enero de 2015

Escalar recetas: Como hacerlo sin liarla parda

A la hora de elaborar cerveza en casa, muchas veces nos encontramos con problemas, generalmente de espacio, que limitan la capacidad productiva de nuestro equipo. Por regla general, lo que acabaremos haciendo es adaptarnos al espacio disponible y diseñar nuestro equipo en torno al mismo. Y sin embargo, es muy posible que, con el tiempo, en más de una ocasión necesitemos producir una cantidad diferente de cerveza de la que nos permite nuestra instalación.

Ya sea porque queramos experimentar con esa receta con ingredientes terriblemente caros que nos dejaría la cuenta corriente tiritando de hacerla a gran escala, o porque tengamos la oportunidad de elaborar en unas instalaciones con mayor capacidad, es muy posible que llegado un momento queramos escalar nuestra receta, ya sea hacia arriba o hacia abajo. Esto que parece algo sencillo de hacer, en realidad no lo es.

Vale, se que pensareis muchos, si en realidad es cuestión de aplicar una regla de tres para calcular cuanto necesitas de cada ingrediente y del agua para obtener un litro de cerveza y multiplicar por el total necesario...

Pues va a ser que en realidad no es tan sencillo.


La paradoja del agua


En realidad, el escalar linealmente las cantidades es lo correcto a la hora de calcular las materias primas básicas, es decir, la cantidad de grano, lúpulo y levadura que vamos a utilizar, pero no es así en cuanto al agua se refiere...

Y la paradoja a la que me refiero viene dada porque necesitamos un volumen de agua fijo por kilo de grano a la hora de macerar, el grano absorbe un volumen fijo de agua durante el macerado, el lúpulo también absorbe una cantidad fija de agua durante el proceso, y el ratio de evaporación durante la cocción es fijo, y no depende del volumen de la elaboración... El la cantidad de cerveza que se pierde por la sedimentación de sólidos también es un volumen fijo...

¿Vamos viendo por donde flaquea el teorema de escalar de forma lineal todos los ingredientes, incluida el agua?


Asumiendo lo invariable


Empecemos por definir las proporciones de agua que necesitaremos conocer a la hora de escalar la receta:

Para el macerado necesitaremos 2,09 litros por kilo de grano. Durante el macerado, cada kilo de grano absorberá aproximadamente 81cl de agua. Para el lavado del grano (en circunstancias ideales, ojo, ya que dependerá de cuanta necesitemos para alcanzar la gravedad inicial previa a la cocción que nos pida la receta) necesitaremos aproximadamente unos 4 litros de agua por kilo de grano. Durante el hervido perderemos entre 1,9 y 3,7 litros a la hora, dependiendo de lo violenta de la ebullición, más aproximadamente 81 cl por kilo de lúpulo (negligible cuando apenas llegamos a los cien gramos de lúpulo por cocción, muy importante cuando elaboramos a escalas mayores y empezamos a añadir el lúpulo a kilos). Y finalmente, para evitar el trasvase de sólidos a la cerveza embotellada, deberemos descartar entre 95 cl y 1,9 litros...

Es decir, que a la hora de escalar una receta, deberemos tener en cuenta estas proporciones para calcular el agua a utilizar...


Algo más que el volumen de las materias primas


Vale, hemos visto estas proporciones fijas, pero, ¿como van a influir en el escalado de nuestra receta, más allá de lo obvio?

En primer lugar, lo obvio, es que van a afectar a la inversión inicial, o al menos a la cantidad de agua que vamos a necesitar. Pero lo que a primera vista puede que no veamos es como nos va a afectar en función a las limitaciones físicas de nuestro equipo.

Porque es muy fácil no tener en cuenta esos casi dos litros de merma durante la ebullición cuando elaboras un lote de mil litros, pero si el lote es de cincuenta, o de cinco... O esos casi dos litros que podemos perder a la hora de trasvasar la cerveza para evitar el pase de los sólidos a nuestra cerveza acabada.


Cuando el orden de los factores sí altera el producto


Si queremos escalar una receta para elaborarla en un equipo de capacidad productiva distinto a aquél en el que ha sido afinada, en primer lugar deberemos tener en cuenta dos factores determinantes.

El primero y más importante, la capacidad de nuestro recipiente para la cocción. Más importante todavía que la capacidad de nuestro macerador o la del fermentador, ya que definirá el volumen de mosto que acabará en el fermentador y nos indicará el máximo de mosto que podremos obtener en cada lote. Porque no es necesario utilizar todo el volumen disponible para hacer la elaboración.

El segundo es la capacidad del fermentador. Independientemente de si su tamaño es superior o inferior al de nuestro elemento de cocción, el tamaño del fermentador nos limitará el volumen mínimo de cerveza que podremos elaborar. Porque es posible dejar espacio vacío en el fermentador (o incluso añadir el producto de varias cocciones en el mismo fermentador, algo que yo personalmente no recomendaría a menos que se realicen en varios recipientes de forma simultáneamente; pero vamos, que son manías mías), pero no llenarlo por encima de su capacidad.

Una vez tenemos claro cual va a ser el tamaño del lote a realizar en función a estos dos factores, calcularemos la cantidad de las materias primas en función al volumen final que esperamos obtener, sumándole el volumen fijo del descarte y la perdida por evaporación.

Os expondré un ejemplo práctico para que se entienda. En este supuesto escalaremos a la baja una receta, aunque si lo hiciésemos al alza, el proceso sería exactamente el mismo.

Tenemos una receta para elaborar 23 litros de cerveza (lo más habitual en libros y recetarios, vamos) que queremos adaptar a una elaboración final de 12 litros (asumiendo que acabaremos embotellando 10), que caben en nuestro fermentador de 15 litros sin problemas, en una olla tiene una capacidad de 16 litros (podríamos elaborar hasta 14 litros en una olla de estas características, pero mejor dejar algo de espacio extra para evitar que se desborde durante la ebullición).

En ese caso deberemos escalar las proporciones de grano y lúpulo en función a esos 12 litros de cerveza que queremos obtener en el fermentador primario. Como ya expliqué, no es necesario contemplar la absorción de agua por parte del lúpulo a escala tan pequeña.

Para obtener el volumen de agua necesario para el macerado multiplicaremos cada kilo de grano necesario por 2,09. Para calcular el agua necesaria para el lavado, lo multiplicaremos por 4. Asumiremos que durante el proceso perderemos algo menos de un litro por kilo debido a la absorción del grano.

Lo más habitual es disponer de agua en exceso para el lavado, ya que no queremos que el bagazo acabe obstruyendo los filtros del macerador por apurar demasiado el mosto, sin embargo, las cifras que obtengamos serían más que correctas en el caso de utilizar una bolsa para el macerado.

Espero que estas breves notas os sean de utilidad cuando necesitéis elaborar vuestras recetas favoritas en un equipo de capacidad productiva distinta a la habitual.

P.S.: Sí, ya se que a la hora de escalar una receta como Byggvir manda, hay que calcular exáctamente el aporte de IBUs del lúpulo en función al porcentaje de ácido alfa... Pero a efectos prácticos eso es algo que debemos tener en cuenta cada vez que modificamos una receta, y lo doy por sobreentendido...

Salus et Birras...

By Mikel...

sábado, 10 de enero de 2015

La Ronda #29: De mujeres y birras

Vuelvo a participar en esta iniciativa que es La Ronda, donde los responsables de distintos blogs procuramos dar una visión particular sobre un tema común. En este caso, Joan Birraire ha decidido proponer un tema espinoso, flexible y ambiguo como él solo: Mujeres y cerveza. Y ahí lo deja. Si quieres participar, compóntelas como te de la gana.

Pues vamos al lío.


La mujer y la birra, ¿complementos indisociables?


La figura de la mujer ha estado vinculada con la cerveza desde tiempos inmemoriales. Desde aquella tribu de cazadores recolectores que un día descubrió que del grano se podía extraer algo más que pan. Sin duda, las mujeres fueron las encargadas de preparar este suculento brebaje en el principio de los tiempos, justo antes de que sus características intoxicantes la pusiesen en manos exclusivas de brujos y chamanes, como enteógeno (un medio para alcanzar otro plano de consciencia). Pero ha llovido mucho desde entonces, y la mujer ha pasado a un segundo plano al hablar de la cerveza. Por alguna extraña razón, la mujer ocupa un importante puesto como elemento de márketing para las grandes empresas cerveceras del mundo, y muy pocas las contemplan como target para sus productos estrella.

Si hacemos una búsqueda por internet con las palabras mujer y cerveza unidas por un operador lógico (el símbolo +), el sesenta por ciento de los resultados que nos arroje nuestro buscador estará relacionado con la imagen de la mujer asociada al consumo de cerveza en campañas publicitarias dirigidas hacia hombres, el treinta por ciento serán bromas y fanservice vario, mostrando mujeres y cerveza en un contexto más o menos humorístico, de peor o mucho peor gusto, evidentemente creado para el disfrute y diversión de un público eminentemente masculino, y solo un diez por ciento de los resultados, suponiendo que lleguen a tanto, serán testimonios o imágenes reales de mujeres disfrutando de una cerveza.

Pero, ¿como hemos llegado a este punto, en el que la mujer se ve cosificada hasta el punto de que solo se le considera un complemento para la cerveza, como pueden serlo unos panchitos o unas patatas bravas? Supongo que el origen del problema debemos buscarlo en las sociedades patriarcales del siglo XIX, para las que la cerveza era un producto barato de consumo mayoritariamente masculino. Sí, creo que el culpable es el pub inglés de la era victoriana, en que el cansado trabajador recién salido de la planta de carbón buscaba refugio en torno a su pinta de mild o bitter... En aquellos tiempos es empezó a fraguar la imagen del bebedor de cerveza como un miembro del género masculino, poco refinado, que tomaba cerveza en grandes cantidades... Y eso no significa que las mujeres no bebiesen cerveza, por supuesto que no... Solo que no estaba bien visto que lo hiciesen en público. Y claro, en aquella época, no era excesivamente común el consumirla en casa...

Con los años esa asociación del binomio hombre/cerveza se ha llegado a institucionalizar, siendo la mayoría de asociaciones entre cerveza y consumidor orientadas principalmente hacia un público masculino, enfatizando la relación entre cerveza y diversiones de corte varonil, como los deportes. Y como todo el mundo sabe, para todo hombre que se precie, solo hay cosa más atractiva que una cerveza, y es una mujer. De ahí al marketing más zafio y machista solo hay un paso.

Vale, sí... Es un estereotipo. Pero coño, a las pruebas me remito (mujer+cerveza).

El nuevo marketing políticamente correcto parece pretender desplazar a la mujer-objeto-gancho en favor de la mujer-objeto-compañera-gancho, mostrando a chicas que se divierten mientras beben cerveza en compañía de... Tíos. Y si os fijáis, no dejan de ser una versión light de los mismos anuncios, en los que la mujer cosificada como gancho para la venta tan solo adquiere un rol marginal como coprotagonista de la campaña, una campaña que no está dirigida a ellas como consumidor principal del producto...


La amarga realidad


A la mujer no le gusta la cerveza... O dicho de otra forma, a la mujer, generalmente, no le gusta ese brebaje ligeramente alcohólico, efervescente y espumoso que, al parecer, los tíos disfrutamos bebiendo como refresco a todas horas... Simplificando, que como a la mujer no le suele gustar la cerveza procesada a nivel industrial, los grandes fabricantes no la contemplan como su target mayoritario. De hecho, hay incluso rasgos negativos asociados al consumo de cerveza introducidos en la cultura popular que parecen haber nacido precisamente para mantener a la mujer alejada de la cerveza, como el ampliamente extendido concepto barriga cervecera. Hay que joderse...

Hay que joderse, porque como vendedor de cerveza, yo puedo atestiguar que a las mujeres sí les gusta la buena cerveza... Entre mis clientes habituales hay no pocas mujeres, que disfrutan tanto como los hombres con la cerveza, incluidos los estilos más radicales. Pero sí que puedo decir que, por regla general, las mujeres suelen buscar algo distinto en la cerveza, que evidentemente los grandes productores no les pueden ofrecer.

Por que sí, los hombres hemos llegado a aprender a apreciar la buena cerveza después de desencantarnos con las industriales. Pero hemos trasegado mucha cerveza antes de cansarnos de ella. Y hay mujeres que han seguido el mismo proceso que nosotros, claro que sí. Pero la proporción parece ser muy inferior. Siempre, claro, según los grandes gurús del marketing.

Y sin embargo, cuando se trata de la buena cerveza, resulta que ellas lo tienen tan claro como los hombres. Buscan sabores y aromas complejos en la cerveza. Buscan matices, algo completamente ajeno a las cervezas industriales. Tal vez sean menos viscerales a la hora de elegir la cerveza, más sofisticadas. Posiblemente podamos decir que son diferentes en su aproximación, pero iguales en la resolución: si la cerveza es buena, les gusta.

Chúpate esa, gurú del marketing.

Por mi experiencia personal, muchas mujeres huyen por principio de etiquetas como amarga, fuerte o alcohólica al elegir una cerveza, pero se sienten atraídas por características como aromática, sabrosa, especiada... Y sin embargo, cuando dos de estas características se combinan, como por ejemplo el amargor y el aroma característico de una buena IPA, en sus juicios destacan más la parte positiva que la negativa (desde su punto de vista). Hay muchas mujeres que cuando dicen no me gusta la cerveza, se refieren a que no les gusta la cerveza industrial, la única que han conocido con anterioridad. Y sin embargo, cuando empiezan a probar la cerveza artesanal, si encuentran el gusto por el producto, suelen ser más aventureras que los hombres. Son más flexibles a la hora de dejarse aconsejar, y al no partir de una idea preconcebida, están más dispuestas a experimentar y conocer estilos diferentes.

Al final va a resultar que la mujer y la cerveza están relacionadas en más aspectos de los que creíamos... Y sí, señores gurús del marketing, habéis estado obviando durante todos estos años a un sector de consumidoras potenciales que podrían haber aumentado muchísimo las ventas. Y no es necesario crear productos específicos para mujeres, como cervezas bajas en calorías, cervezas más aromáticas y menos amargas, o cervezas rosas... Cualquier mujer es perfectamente capaz de evaluar y disfrutar de una buena cerveza. Solamente necesitan conocer el producto y encontrar aquel estilo ideal por el que iniciarse en el complejo mundillo de la cerveza de calidad, ya que el criterio, lo llevan de serie.

Así que, queridos lectores, si conocéis alguna mujer que diga que no le gusta la cerveza, en lugar de desentenderos del tema y sacar de la nevera un lambrusquito para acompañar la cena, inquirid en las razones de ese disgusto. El noventa y nueve por ciento de las veces la realidad se limita a que no han probado todavía una cerveza que les guste... Y mira que no hay cervezas distintas para empezar a experimentar, ¿verdad?

Y si explorar el maravilloso mundo de la cerveza es una aventura de proporciones épicas, imaginad el poder hacerlo con una compañera...

Porque no nos engañemos, siempre tirarán más que dos carretas un buen par de...

Pintas de cerveza, malpensaos...

Salus et Birras...

By Mikel...

viernes, 2 de enero de 2015

Ya está aquí el 2015: Deseos de Año Nuevo

Podría haber titulado esta entrada de muchas formas distintas, todas grandilocuentes. Podría enfocarlo hacia la transformación profunda que creo debe afrontar el sector. Podría haberla publicado antes de acabar el año. Podría haber hecho muchas cosas distintas.

Pero mirad, nadie es perfecto.

Por eso he enfocado este pequeño retablo de ideas y despropósitos como la lista de deseos que se suelen hacer para afrontar el nuevo año...

No queráis leer mucho más de lo que escribo, porque puede que esté ahí, o puede que en realidad os lo estéis imaginando...


Sobre al producto


Empezaré mi lista de deseos con los que afectan directamente a la cerveza artesana o de elaboración artesanal. No son muchos. Pero son importantes. Al menos para mi.

Deseo que la cerveza artesana deje de estar de moda, que deje de ser una novedad, que deje de ser lo que está IN, que se normalice su consumo como lo que es; un producto de mayor calidad y con mayor variedad que las cervezas procesadas a nivel industrial.

Deseo que la cerveza de elaboración próxima pierda por completo el estigma de peor que aquellas que se elaboran allende nuestras fronteras.

Deseo que la cerveza artesana alcance la misma consideración a nivel general que los vinos de marca. Que por fin dejen de ser una cosa rara. Que se puedan pedir y consumir sin que la gente te mire como a un bicho raro.

Deseo poder encontrar cartas de cervezas en todos los restaurantes; no hace falta que sea demasiado amplia, ni demasiado variada, me conformaría con que no fuese la misma en un restaurante de cuarenta euros el cubierto que en uno de seis euros el plato combinado, y para colmo con todas las cervezas procesadas e importadas por el mismo fabricante nacional que ha puesto el tirador de la barra.


Sobre las marcas


En esta sección incluiré aquellos deseos que solo pueden satisfacer quienes elaboran la cerveza, ya sea en sus propias instalaciones o en las de otros elaboradores. Que ninguno de mis lectores quiera ver en este listado de deseos una crítica hacia este o aquel elaborador en concreto; es una lista muy abstracta en la que he incluido deseos que nacen, en ocasiones, de una sola experiencia vivida o relatada por terceros.

Deseo que los fabricantes prueben y experimenten más con las recetas antes de comercializarlas, y lo hagan con el consumidor en el punto de mira, no con su ego entre algodones.

Deseo que se racionalice y optimice el proceso de elaboración, de forma que se pueda ofrecer una mejora cualitativa con un abaratamiento de los costes de producción, y así del precio, haciendo el producto más asequible a un público que todavía puede verlo como algo caro y demasiado raro.

Deseo que los fabricantes lleguen a un entente y decidan un estandard de etiquetado, proporcionando todos la misma información en sus etiquetas, respetando la normativa vigente.

Deseo que la fecha de consumo preferente desaparezca de las etiquetas y botellas y sea substituida por una fecha de embotellado o elaboración, igual que los vinos y cavas. Sí, lo se; es Normativa Estatal y Europea, al igual que en el caso de los productos vitivinícolas. Por eso corresponde a los fabricantes luchar por conseguir ese tipo de reconocimiento para las cervezas de menos de 10% AVB.

Deseo que los fabricantes ejerzan un mayor control sobre las condiciones de distribución de sus productos. No puede ser que una cerveza artesana se distribuya en supermercados o grandes superficies y el fabricante alegue no saber nada... Aunque no lo sepa. Tampoco es posible que el fabricante no tenga capacidad para decidir sobre el precio a que se distribuye o vende lo que tanto esfuerzo, trabajo y dinero le ha costado elaborar.


Sobre los distribuidores


En esta sección lo condensaré todo en una sola reflexión sobre las condiciones de distribución actuales. Como en cualquier otro caso, no busquéis identificar personas concretas en el comentario.

Deseo que los distribuidores comprendan que este es un barco muy grande, donde vamos muchos, remando en direcciones distintas aunque con un objetivo en común; llegar a puerto. Entiendo que den diferente trato a diferentes clientes en función del volumen de compra, pero no es posible que haya quien venda el producto a consumidores finales a precios inferiores al que lo compro yo al distribuidor, todo porque no tengo donde coño meter tres palés del mismo producto, ni la capacidad de venderlo en un año.


Podría seguir, y seguir, y seguir, añadiendo y desarrollando deseos distintos que a fin de cuentas solo serían una vuelta más a la rueda del hamster sobre el mismo tema:

Deseo poder vender la mejor cerveza posible, al mejor precio posible, a cuanta más gente sea posible, durante todo el tiempo que sea posible.

Feliz Año Nuevo a todos, y que disfrutéis de la mejor cerveza durante este 2015.

Post Scriptum: Si tú, oh, lector, por alguna extraña razón que no alcanzo a comprender, crees que alguno de los puntos que menciono te lo dedico directamente a ti, tal vez deberías reflexionar sobre qué pretende decirte tu inquieta conciencia...

Salus et Birras...

By Mikel...