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Este es el blog de L'Art en Birra, una tienda de cerveza artesana, materiales y equipo para elaboración casera.
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viernes, 22 de mayo de 2015

Presentación y degustación de cervezas canadienses: De Barcelona a Canadá en cinco birras

El pasado miércoles 20 de mayo, aprovechando que cerrábamos la tienda por ser la Festa Major de Sant Boi, e invitados por Saperem, uno de nuestros distribuidores, asistimos a una degustación de cervezas canadienses que organizaban Gourpass y el Consulado de Canadá en Barcelona.

El evento se celebró en la Galería H10, en pleno centro de la ciudad condal, y se alargó un poquito más de lo programado gracias a la amabilidad y el buen hacer de los anfitriones. Estos anfitriones eran la delegación comercial de Canadá en España y el importador de las marcas presentadas, Gourpass, ya mencionados previamente. Entre los asistentes nos encontrábamos varios minoristas del sector y distribuidores mayoristas, así como algunos conocidos blogeros y amantes de la buena cerveza.


Para empezar a calentar el ambiente, Eric, uno de los delegados comerciales del consulado, nos puso en antecedentes sobre la tradición cervecera canadiense, distinguiendo las peculiaridades en estilos que marcan las distintas regiones de ese enorme país, y la idiosincrasia de los elaboradores canadienses que, en su opinión, marcaba una profunda diferencia con los de otros países. A continuación uno de los socios de Gourpass, nos explicó un poco sobre la historia de la empresa, enfatizando las razones por las que habían decidido importar este tipo de producto desde un país tan lejano como Canadá.




Y por fin llegó la birra


Empezamos la degustación con una cerveza de fermentación espontánea. He de decir que no soy especialmente entusiasta de este tipo de cervezas fermentadas con levas salvajes (propagadas de forma controlada; no existe ninguna empresa que pueda vender un producto fermentado espontáneamente bajo los férreos controles sanitarios necesarios para ello) ni del toque asidrado del Brettanomices. Sin embargo esta Dulcis Succubus de Le Trou du Diable, me pareció muy equilibrada y fácil de beber, con una acidez muy marcada en nariz, pero prácticamente ausente en boca. Igual tiene algo que ver con eso los seis meses de maduración en barrica, o puede que no, pero la encontré muy apetecible y de trago largo.


 


La segunda cerveza que pudimos disfrutar fue una Extra Special Bitter de Centeno, de la Brasserie Dun Ham. Ambarina, ahumada y con un amargor seco y poco persistente, se trata de una cerveza muy equilibrada, que nos recuerda que antes de la fiebre de las IPAs el lúpulo también se utilizaba con cierta liberalidad. Me pareció una buena cerveza, muy honesta y con ese toque peculiar del centeno que empieza a estar tan de moda entre los cerveceros locales.


Con la tercera de las protagonistas de la noche se abrió el cielo para mí. Una Imperial Porter envejecida en barrica de ron de roble (la barrica, no el ron)... Recordad este nombre: Obsidian Imperial Porter, de Cameron's. Negra, densa, con una espuma cremosa y rica, pero que dejé calentar de forma deliberada para poder disfrutar de todo el aroma y el sabor del café que aportaba. Gran cerveza que, por si sola, hubiese bastado para disponerme en favor de las cervezas canadienses por lo que restaba de la velada... Si hubiese hecho falta, vamos, que va a ser que no.

 

La cuarta cerveza que vino a sorprendernos todavía más fue la Dominus Vobiscum Lupulus, de Microbrasserie Charlevoix. He de pedir perdón por la horrible foto de la etiqueta... En la pantalla del movil parecía enfocada. Se trata de una Strong Ale de estilo belga, lupulizada y refrescante. Una cerveza bastante compleja y llena de matices, aunque tras catar la Obsidian la encontré un poco suave en comparación. Es el problema con las cervezas negras y densas, que después, al compararlas, muchas palidecen por contraste.


Llegados a este punto nos presentaron unas deliciosas tablas de quesos, ideales para ayudar a asentar el estómago (os recuerdo que se trataba de una degustación, no de una cata... Y pocas copas quedaron con algún resto de cerveza al acabar el evento). Aprovechando la coyuntura y que las cervezas previamente servidas se habían atemperado un poco, me dediqué a revisitar lo que me quedaba en las copas, comprobando que tal combinaban con los quesitos... Me sorprendió mucho la complejidad de sabores que desarrolló la Dulcis Succubus al ganar temperatura. Pero con la que me deleité fue sin duda con la Obsidian, cometiendo la herejía de maridarla con el queso azul y dejando que se me escapase una lagrimilla de placer.


El punto álgido de la velada nos llegó con la City and Colour Imperial Maple Wheat de Flying Monkeys. Se trata de una cerveza de trigo y jarabe de arce, de alto octanaje y con un sabor muy marcado y característico. Densa, oscura y muy, muy dulce, resulta un acompañamiento ideal para unos postres de los de Pecado Mortal. Personalmente la encontré algo empalagosa, aunque reconozco que mi paladar estaba muy condicionado y a estas alturas de la ingesta de alcohol regresaba una y otra vez a la Obsidian. Pero lo que realmente me sorprendió fue el coctel que realizamos al final con esta misma cerveza. Combinando la cerveza a partes iguales con un cava Brut, obtuvimos una bebida que compensaba la dulzura del jarabe de arce con la acidez del cava, creando una armonía sorprendente y muy, muy elegante.

 

El evento acabó con los asistentes felicitando a los organizadores, con algunos de nosostros aportando (o no) nuestro granito de arena para que lo tuviesen en cuenta (o no) en futuras ediciones del mismo, y disgregándonos en corrillos, comentando lo que más nos había gustado, comparando impresiones, o simplemente haciéndonos fotos, a ser posible con una chica guapa (y sí, existen esas fotos, pero no, no las vamos a publicar sin permiso)...

Desde aquí quiero agradecer a Gourpass y a la Delegación Comercial del Consulado de Canadá en Barcelona la organización del evento y la elección de las cervezas a degustar. Amplío mis agradecimientos a Saperem, por gestionar el tema de la invitación, y mando un afectuoso saludo a todos los asistentes.

Salus et Birras...

By Mikel...

lunes, 11 de mayo de 2015

#LaRonda33: La realidad cervecera de tu ciudad

Pau, del blog Lupuloadicto, nos propone un nuevo tema para La Ronda... Y vamos a participar, ¿por qué no?, dando nuestro punto de vista particular sobre el tema.

Partamos de la base de que L'Art en Birra, nuestra tienda, está ubicada en una ciudad pequeña del extrarradio de Barcelona. Es decir, que nuestra opinión va a estar determinada por dos hechos diferenciales distintivos: nuestra perspectiva como vendedores y nuestra ubicación fuera de la Gran Urbe propiamente dicha.


Una realidad incómoda


La cerveza artesana está de moda. Es un hecho. Una realidad. Incómoda. Incómoda porque, como todas las modas, tienen un fuerte componente de volubilidad que afecta negativamente al factor de crecimiento del sector.

Como moda que es, mucha gente se sube al carro de forma inconsciente, abriendo nuevas tiendas o incluyendo la cerveza artesana entre sus productos habituales de forma indiscriminada, sin comprender ni conocer el producto que venden o las necesidades de la zona en la que montan su negocio. Y lo peor de todo, es que hay distribuidores que se aprovechan de ese hecho para inundar aparadores y lineales con sus productos, ofreciendo precios muy agresivos por implantación que acaban afectando a la competencia. Como ejemplo ilustrativo, una cadena de fruterías ofrece cervezas artesanas aquí, en Sant Boi, por debajo del precio de coste al que las adquiría yo... ¿A qué precio se las ha debido dejar el distribuidor que se las sirve (que no es el mismo que me las servía a mí) para que puedan hacerlo?

Bien, ya tenemos dos factores para una ecuación bastante compleja; los que se suben al carro sin criterio y los distribuidores desaprensivos que se aprovechan de la coyuntura para hacer su agosto.

Vamos a por el tercer factor: un modelo de negocio que sobrepasa a la legislación actual. Nadie entiende que en una tienda de cerveza no se pueda al menos catar la cerveza. En una charcutería puedes catar el jamón que vas a comprar, o el queso, sin necesidad de tener licencia de Restaurante... Pero en una tienda especializada en cerveza, si quieres que la clientela pueda catar la cerveza... ¡Tienes que pedir licencia de bar (en Sant Boi al menos... y por suerte espero que eso cambie en breve)! ¡Oh, sí, puedes invitar al cliente y no cobrarle la cerveza! Pero es que no es lo mismo dar a catar un cortecito de jamón o queso que abrir una botella de 33 cl que cuesta más de dos euros de precio de coste... Y que no puedes aprovechar para que la cate más de un cliente a menos que vengan juntos... Vale, dirá alguien... Puedes poner un tirador y servir dos deditos de cerveza de barril para que caten... Asumiendo el coste del tirador y del barril a fondo perdido...

Estos tres factores influyen en que muchas de las tiendas especializadas que nacieron como tales se acaben reconvirtiendo, de forma más o menos encubierta, en cervecerías (a efectos prácticos bares con o sin licencia de bar) especializadas.

Y eso da lugar a un nuevo problema.


El vídeo mató a la estrella de la radio... O la cervecería a la cervecera artesana


Vale, igual la referencia musical es demasiado oscura para algunos de los lectores más jóvenes de este blog, pero vamos a lo que vamos y mejor nos explicamos.

La reconversión de la tienda especializada en cervecería especializada, más o menos encubierta, redunda en una drástica disminución de la oferta en cervezas... O mejor dicho, de la variedad de dicha oferta.

Porque la inversión se multiplica de golpe al tener que comprar la cerveza en barril. El barril es más caro que la caja de cervezas embotelladas, y una vez pinchado su vida útil se reduce de forma drástica. Por lo que el propietario del establecimiento se ve limitado a tener una serie de barriles en rotación por los tiradores que tenga instalados, y la elección de los barriles a pinchar se va a circunscribir a los que puede vender mejor. Y la variedad en cervezas embotelladas bajará sensiblemente, ya que en muchas ocasiones, para mantener unos costes comedidos, va a tener que aprovechar las ofertas que le va a hacer algún distribuidor, lo cual limitará su capacidad para comprar productos de otras marcas u otros distribuidores...

Y normalmente, quien se va a ver perjudicado no va a ser solo el cliente final, que va a ver como algunas de sus cervezas favoritas no las puede encontrar en su antes favorito establecimiento... Al fin y al cabo sigue teniendo a su disposición muchas cervezas cojonudas... ¿Qué más da si en lugar de trescientas referencias ahora solo tiene cien entre las que escoger? ¡Son noventa y tantas más de las que puede disfrutar en una tarde apalancado a la barra, libando el dorado (o marrón, o ambarino, o negro) néctar de cebada lupulizada y fermentada!

El mayor perjudicado en este caso es el cervecero que no trabaja con el distribuidor capaz de hacer una propuesta lo bastante interesante como para que sus productos se integren en esa disminuida oferta.

Y el propietario del establecimiento ve como clientes que antes acudían de forma periódica a satisfacer sus necesidades de cerveza artesana, espacian las visitas ya que deben buscar sus productos favoritos, que ya no tienen disponibles, en otras tiendas. Pero como su facturación mensual ha subido, y el beneficio obtenido también (la relación coste/beneficio de un barril también es mayor que con las botellas), se da por contento con el cambio.

De esta forma asistimos a una fragmentación del mercado que, en condiciones normales, debería ser beneficiosa para el sector. Hasta que alguien ve la oportunidad del negocio redondo en la cervecería especializada y monta la Mega Cervecería.


Porque Más es Mejor, ¿verdad? ¿VERDAD?


¿O puede que no?

Porque estas mega cervecerías, con decenas de tiradores de cervezas espectaculares, disponen de una gran poder de llamada. Al poco de su nacimiento se llenan de aficionados (y/o siguemodas sin criterio, que también los hay) ávidos de disfrutar de tan amplia oferta cervecera de barril en un mismo local, aunque el precio sea un poco más alto que en otros establecimientos similares con una oferta más modesta.

Y la fragmentación vuelve a aglutinarse en una polarización del mercado, que en esta ocasión se vuelca sobre estos establecimientos y el producto que sirven.

Y claro, el comerciante que va a remolque de su clientela, que ya reconvirtió su tienda en cervecería, se ve más o menos obligado a ofrecer las mismas marcas que en estos grandes locales dedicados al onanismo cervecero. Para intentar recuperar a sus clientes, pretende ofrecerle los mismos productos a un mejor precio. Y la oferta sigue disminuyendo.

Otro palo al pequeño elaborador que no ha podido introducir sus productos en una de estas ruedas dentadas que suponen el mecanismo de la distribución mayorista.

Y así, la moda de la cerveza artesana está pasando factura a un sector que no acaba de consolidarse, al menos en Barcelona, dando palos a quien menos se los merece; el pequeño comerciante, que ve como sus esfuerzos por mantener un modelo de negocio se van a la mierda, y el cervecero local a pequeña escala, que aunque elaboree cervezas espectaculares a precios muy comedidos, ve como sus posibilidades de penetración en el mercado se diluyen frente a las marcas capaces de refrendar su distribución con agresivas campañas de marketing. Porque seamos justos; no TODA la culpa va a recaer sobre los distribuidores, ¿verdad? Si las marcas no cooperan, el distribuidor poco margen de maniobra tiene... Por regla general. Oh, puede que mis palabras os parezcan demasiado pesimistas, pero parafraseando a Roy Batty, Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais...


¿Y en mi ciudad, qué?


En mi ciudad, Sant Boi de Llobregat, o incluso en todo el área de influencia de L'Art en Birra, que sería el Baix Llobregat, la realidad es bien distinta.

Tiendas especializadas hay pocas, aunque como ya comentaba, cada vez hay más tiendas que ofrecen una limitada oferta en cervezas artesanas entre sus oferta habitual. Por no hablar de las grandes superficies y su oferta a precios de suicidio. Cervecerías hay más, aunque todavía no se puede decir que hayamos llegado hasta el punto en que la competencia desleal, la descalificación de la competencia y los puñales ensangrentados, sean un arma necesaria para mantenerte a flote.

Podríamos decir que, en mi ciudad, en mi zona de influencia, todavía estamos en ese punto en que los esfuerzos individuales suman, y la oferta se complementa. En ese punto en el que envías clientes de un establecimiento a otro por el puro sentimiento de compañerismo y proselitismo, a buscar un producto que no tienes en stock o que no trabajas, pero sabes que el cliente agradecido va a encontrar y va a volver a tu establecimiento gracias al trato ofrecido. Y es un sentimiento recíproco, porque sabes que desde el otro establecimiento van a hacer lo mismo por tí dada la ocasión.

Porque en nuestra zona de influencia somos cuatro y el cabo. Y si no nos ayudamos entre nosotros, ¿quién lo va a hacer?

Por cierto... ¿Qué será ese picorcillo que siento entre las paletillas..?

Salus et Birras...

By Mikel...